Un ejemplar de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, unas monedas de curso legal y una nota de alabanza y gloria a Dios recogiendo los partícipes de la obra fueron introducidos en la base de la piedra del altar de la iglesia de Santa Marta de Tera. Los operarios se encargaron de reubicar la mesa del altar de la iglesia trasladándola desde el centro del ábside, a la entrada, al transepto, a la vista general de todos los fieles como mandan los cánones litúrgicos y Patrimonio venía reclamando desde hace años.

El párroco y vicario episcopal de la zona de la Diócesis de Astorga en la provincia de Zamora, Pedro Centeno, se encargaba de dar alabanza y gloria a Dios, «en honor de Nuestro Señor Jesucristo, Santa Marta de Astorga, virgen y mártir, Santiago Apóstol y San Antonio de Padua, especiales protectores de esta parroquia» como reza en la nota introducida en el ara de la placa granítica.

La parroquia de Santa Marta de Tera viene a cumplir con lo recomendado por Patrimonio, al igual que anteriormente lo hiciera con el mantenimiento de las maderas, y en sintonía con lo preceptuado por los cánones en la Exhortación Apostólica «Verbum Dómini» del Pontífice Benedicto XVI en la que se detalla la visualidad del altar para los fieles y que «el ambón se sitúe a su derecha, sea fijo y como elemento escultórico esté en armonía estética con el altar». Desde hace años y, con mayor virulencia desde la restauración del templo románico, Patrimonio ha venido reclamando la retirada de la mesa pétrea del centro del ábside, así como del ambón y, sobre todo, del cableado instalado hace años sobre los muros pétreos. Del mismo modo, las imágenes fijadas sobre el muro Este del ábside a uno y otro lado del Sagrario.

La intervención ahora realizada ha permitido conjugar lo recomendado por Patrimonio con el objetivo primigenio del templo, el culto a Dios y veneración de los santos. Los muros del ábside o presbiterio han quedado libres para contemplar la belleza pétrea de sus paramentos, así como de este recinto sagrado construido en los albores del siglo XI y del que se tienen noticias documentales ya en el año 1085, en tiempos del reinado de Alfonso VI, como iglesia formando parte de un antiguo cenobio hispanovisigodo perpetuado en el tiempo.

Décadas antes, en el año 1063, el cenobio a orillas del río Tera pasó a depender de la Diócesis de Astorga a instancias de Fernando I y doña Sancha. No obstante, los historiadores vinculan la construcción del edificio monástico sobre los restos romanos de una villa altoimperial de la segunda mitad del siglo I y sobre la que se construyó el cenobio del que ya se tiene constancia en el año 979 a través de una carta de donación, como ha recopilado el fallecido y prolífico escritor quien fuera archivero de la Diócesis de Astorga, Augusto Quintana Prieto.

La iglesia, como tal, fue declarada monumento nacional en el año 1931, no habiéndose realizado desde entonces mejora alguna a excepción de las llevadas a cabo en los años 90 del pasado siglo y por la Fundación de Patrimonio de Castilla y León en el año 2008, con la que se vino a intervenir en su conjunto, tanto en el templo como en el edificio adosado, el palacio de los obispos, que sirve como recepción de peregrinos y visitas y como museo jacobeo. La retirada de la mesa de altar del ábside y su reubicación entre el espacio ocupado por los fieles y el presbiterio, el transepto del crucero, ha permitido su traslado desde el centro del presbiterio donde se instaló el día 1 de junio de 1981. En la mesa original, su base ocupaba unos 10 centímetros menos que la piedra superior, en todo su perímetro, actualmente se ha reducido la base para adaptarla a su actual emplazamiento. De las piedras resultantes se hizo el ambón que los mismos operarios colocaron a la derecha del altar. El espacio para la lectura de la Palabra se ha querido aprovechar también para instalar como mobiliario los equipos de sonido retirados de su anterior ubicación junto a uno de los muros del ábside. El párroco y vicario episcopal introdujo bajo el ara un acta de la parroquia dando testimonio de las circunstancias.

La antigua mesa de altar de madera, instalada frente a la pétrea que ocupaba hasta ahora el centro del presbiterio, viene ahora a ocupar el espacio central de la sacristía, en el lugar que antiguamente habría consistido en una torre a los pies del templo.