Los vecinos de Fuente Encalada cerraron las jornadas de las carnestolendas como mejor saben hacerlo, realizando trabajos para la comunidad. Pocos pueblos pueden presumir en estos tiempos de volcarse todos sus habitantes, todos unidos para lavar la cara, para mejorar el lugar de residencia que les ha visto nacer. La «yera», el trabajo comunitario previo a las jornadas de Cuaresma, forma parte de una tradición en muchas localidades, pero en Fuente Encalada cobra una dimensión especial ya que «hasta el vecino que no puede, se suma a las tareas», como resaltaba ayer el alcalde, Victorino Núñez.

Desde las 10 de la mañana, las inmediaciones de la Casa Consistorial se convertían en el punto de encuentro. Los vecinos se distribuyeron en cuadrillas para acudir a realizar tareas ya programadas. Unos, se dirigieron con tractores y sus remolques para practicar las podas en el pinar del pueblo, otros a proveerse de leña para la posterior comida vecinal, otros más a realizar tareas de adecentamiento de los jardines, a la limpieza de calles y de sumideros llenos éstos de las hojas de los árboles y que tantos quebraderos de cabeza suelen dar con las lluvias, al estar cegados. Hasta los más delicados trabajos de poda de los arbustos de jardines. E, incluso, la limpieza de los recuperados primitivos lavaderos y fuentes de la desaparecida fragua junto a la carretera de Villageriz. El hijo adoptivo del pueblo, el poeta Antonio Colinas y su esposa María José procuran el adecentamiento general continuando con el programa de restauración del conjunto hídrico iniciado el pasado año por el Ayuntamiento.

El escritor Antonio Colinas se viene apuntando año tras año a la «yera» o «facendera» de Fuente Encalada como regreso a sus orígenes. Colinas resalta la importante labor de estas tareas comunitarias «no sólo porque se renuevan las tradiciones, sino también porque son una muestra de cooperación y colaboración entre los vecinos», dice el poeta y humanista a la vez de apuntar a las carencias de los pequeños pueblos.

«Sabemos que el medio rural está necesitado de atención y con este tipo de trabajos se pueden sacar adelante algunos proyectos», advierte Antonio Colinas con sus manos llenas de barro, del fango retirado de la antigua fontana de la fragua.

Llega la hora de reponer fuerzas, de concluir los programados trabajos comunitarios y es cuando la comunidad de Fuente Encalada da buena cuenta de las carnes asadas a la brasa. Algún que otro vecino se apresta, previamente a las tareas gastronómicas, a afilar su navaja en una adecuada piedra de elevada prominencia en un viejo muro.

Todos juntos recogen el pan de hogaza y las chuletas de carne dispuestas sobre las parrillas. Las carnes regadas con el vino de la tierra. Agua y refrescos para los más pequeños. De postre, dulces y café, así como chupitos para hacer una buena digestión.

Es hora de comentar la unión intergeneracional como ejemplo de todo un pueblo que sabe poner en valor las raíces de su tierra.