La imagen del primer mártir de la cristiandad parecía ayer más reluciente. Por los rayos de sol y el verde reluciente del campo que tiñe la campiña del arroyo Almucera. La pequeña imagen venerada por los devotos de Brime de Urz era ayer portada en andas desde la iglesia parroquial hasta la ermita en el cerro de las estribaciones de la Sierra de Carpurias. La Virgen del Rosario se alegraba de acompañar al patrón después de recibir un culto de novenas en la iglesia. El precioso manto de la Virgen quería envolver toda la fragancia emanada de lo más alto de la cumbre, recoger los olores más preciados para llevarlos hasta el valle, hasta el pueblo de sus devotos. La llegada de la comitiva procesional con las imágenes hasta la ermita en la pequeña esplanada de la cumbre, circundada entre peñas rocosas y junto a un antiguo cementerio, permitía un respiro a los romeros. Aromas a jara, a tomillo, a brezo, las denominadas urces en las tierras vidrialesas, provocaban que los pulmones se abriesen ante el erfuerzo del empinado ascenso. Las blancas flores de los abundantes jarales, las rosáceas de los purificadores tomillares y de las urces. Todo está en flor en la cumbre para recibir a los romeros. La esplanada junto a la bien conservada ermita, sede del patrón San Esteban, sirve para un alto en el camino, el único realizado por los romeros, algunos de ellos descalzos ante una promesa o reconocimiento a su querido santo, es aquí cuando se perciben los aromas de la campiña en toda su plenitud. El párroco, Miguel Hernández y su ayudante el también religioso nacido en Brime de Urz, Gabriel Benavides, bendicen los campos desde lo más alto, desde donde se domina toda la campiña. La vega del Almucera queda a los pies de los romeros, los terrenos más fértiles de la campiña son objeto de atención de los vecinos de Brime de Urz quienes se aprestan a adentrar en el pequeño edificio religioso las imágenes para la misa. Una liturgia festiva oficiada en latín y castellano que ante su sencillez reclama toda la atención.

El templo a rebosar, las emociones se contagian, las entonadas voces del coro parroquial se elevan más en la altura. Todo sabe a tradición, a aromas de San Esteban desde el privilegiado mirador de Brime de Urz.

Los vecinos disfrutan durante este fin de semana de los festejos, más concurridos que nunca, cerrando el programa ayer noche con la verbena a cargo de «La última Legión» y para hoy está prevista la misa y un concurso de repique de campanas.