La reserva hidráulica en España está al 50,7% de su capacidad, lo que supone 28.373 hectómetros cúbicos de agua embalsada y un aumento del 0,1% sobre los niveles de la semana anterior, según informó ayer el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama). Estos datos no se corresponden con los de la cuenca del Duero, donde la reserva no pasa del 46,2%, con continuas bajadas desde hace semanas y donde tampoco ha aparecido la nieve como se supone en esta época del año.

En España, el volumen de agua embalsada ha aumentado en la última semana 46 hectómetros cúbicos debido a las precipitaciones que se han registrado en las cuencas de la vertiente mediterránea. La máxima se recogió en Castellón con 176,2 litros por metro cuadrado, según informa Efeagro. La capacidad total de agua embalsada en España asciende a 55.977 hectómetros cúbicos. La falta de precipitaciones se ha cebado, sobre todo, con la zona noroeste de España y con parte del centro y la cornisa cantábrica.

"Llevamos más de un mes de invierno y es difícil encontrar un periodo de tiempo tan seco. No ha llovido nada, ni un caneco". Andrés Pérez, un agricultor de Tierra del Vino, se queja de una situación "que se repite en exceso y que hace que esta profesión tenga cada vez menos futuro". El argumento es claro: "La cosecha cerealista del año pasado fue excepcional, sin embargo los precios han estado por los suelos y la rentabilidad de las explotaciones ha sido muy baja. Si este año sigue así, con una cosecha bajo mínimos, ¿que podemos esperar? Pérdidas, no va a haber más que pérdidas".

La reflexión de Andrés Pérez la suscribirían, seguro, todos los agricultores de la provincia. También los ganaderos, que están sufriendo las consecuencias de la ausencia de pastos, lo que encarece el mantenimiento de las explotaciones pecuarias.

Es difícil, seguro, encontrar una franja de más de un mes de invierno sin precipitaciones, como ha ocurrido desde diciembre hasta ahora en la mayoría de las comarcas de la provincia. Lo malo es que tampoco la nieve ha aparecido en las montañas y los embalses están muy bajos, lo que augura una campaña de riegos "muy complicada".

La sequía invernal viene precedida de un otoño "donde llovió lo mínimo para roturar los terrenos y sembrar" y lo que es peor, de un verano "donde no cayó una gota". "Todavía ahora -insiste Andrés Pérez- si aras a vertedera y metes las rejas muy profundas, levantas lonjas casi secas; eso significa que la sequía viene de atrás y ha calado muy hondo".

La siembra de cereal de invierno se hizo sin problemas y la nascencia, en general, fue buena. Pero la falta de humedad ha hecho que el desarrollo vegetativo de la planta sea muy deficiente. "Los campos están como dormidos, sin vida, se han mantenido por la humedad babosa de las nieblas, pero no hay tempero y la raíz apenas se ha desarrollado".

La esperanza está puesta ahora en el cambio de tiempo que se anuncia para mañana, aunque no se prevé que las precipitaciones sean abundantes. Se da la circunstancia de que el año pasado, por estas fechas del mes de enero, ya se habían recogido en la provincia una media por encima de los cien litros por metro cuadrado.

La lluvia, ahora, sería ideal, para la siembra y nascencia de los cultivos de primavera. El campo, como siempre, espera.