Cuando el Duero llega desbocado a Zamora, ¿estamos preparados para otra gran inundación?

Los mapas predictivos que alertan del riesgo de crecidas históricas apuntan a que el cauce del Duero volverá a adentrarse en las casas de los barrios ribereños de la ciudad como lo hizo en los siglos pasados

Pónganse el chubasquero, o mejor aún el chaleco salvavidas, y no se vayan muy lejos. Quédense en el centro de salud Puerta Nueva, la Ciudad Deportiva, la gasolinera de Pinilla, los chalés de San Frontis junto al Puente de los Poetas o los de la carretera de Almaraz frente a Gaza. Por todos esos lugares pasará el cauce del río en algún momento de este siglo. No es ninguna distopía ni el efecto del cambio climático, es una predicción basada en los datos históricos de crecidas del Duero a su paso por la ciudad.

Dense una vuelta por los paseos ribereños. ¿Baja el río crecido? Pues que sepan que apenas lleva una décima parte del caudal en la gran inundación del 29 de diciembre de 1860. Por entonces, se calcula que el pico llegó en la ciudad a entre 3.200 y 3.450 metros cúbicos por segundo y este viernes al mediodía solo llegaba a 368 y bajando, y eso que algunos paseos ribereños ya aparecían inundados.

Pregunten a los centenarios zamoranos si recuerdan la gran crecida de febrero de 1936, la memorable riada del 31 de enero de 1948 o la de 1959.

Comprueben ustedes mismos en las imágenes en color sepia que acompañan el reportaje las consecuencias de tales crecidas: el barrio de la Horta inundado, el de Olivares más aún y lo que entonces eran tierras de cultivo en San Frontis y Pinilla, que hoy son edificios, aparecen igualmente como una extensión natural del cauce del río.

Y no era algo nuevo. El ingeniero de caminos Javier Marquina describió a mediados del siglo XX en la Revista de Obras Públicas otros episodios de grandes avenidas del Duero en Zamora anotados en los siglos XVI, XVII y XVIII.

Áreas de riesgo

Uno puede pensar que eran otros tiempos, que aquello que pasó entonces es casi imposible que se repita en la época actual con el sistema de presas que tenemos. La CHD no lo tienen tan claro, o más bien pinta el panorama bien oscuro y por ello en función de los datos del pasado ha elaborado un mapa de hasta dónde llegará el agua en una gran riada como la que se repite con una frecuencia de una vez cada cien años.

Ese mar azul alcanza el colegio Corazón de María, la carretera de Almaraz a la altura de Gaza, ocupa buena parte de Cabañales y urbanizaciones de chalés de San Frontis. El agua se adentra en algunas calles de Pinilla, en el entorno de la gasolinera; penetra en la mitad de las casas del barrio de La Horta y en la iglesia que le da nombre e inunda media calle Obispo Acuña en La Candelaria.

Sin duda será algo excepcional y hay expertos que creen que la gran riada que de media se repite cada cien años tendrá efectos más amortiguados. Ven sobredimensionados los valores de la base de datos Caumax del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El departamento ministerial también ha delimitado a través de la CHD hasta una cuarentena de áreas con riesgo potencial significativo de inundación en la provincia.

Crecida en las Aceñas de Olivares en el año 1948

Crecida en las Aceñas de Olivares en el año 1948 / Archivo

En lo que respecta a la capital, aún considerando algo exagerados los datos de la Confederación, lo que es seguro es que en esa crecida a cien años de periodo de retorno el agua se adentrará en unas cuantas casas y quizá en el convento de Cabañales tengan que trazar una nueva marca como las que pintaron en su comedor a un metro y medio de altura en diciembre de 1739 y de 1860 para dejar constancia histórica de hasta donde llegó el agua en esas dos grandes riadas.

La última de ellas está considerada la mayor inundación de los últimos 500 años y el cálculo de su caudal lo ha realizado el geólogo del CSIC Gerardo Benito, que es autor o coautor de varios estudios sobre riadas del Duero en Zamora. Este investigador, uno de los mayores expertos españoles en riesgo de inundaciones y registros hidrológicos, explica a este diario que las presas tienen un papel de laminación que es limitado ya que las grandes riadas históricas del Duero se deben a episodios que se suceden durante semanas, por lo que los embalses se llenan y luego resultan ineficaces.

Cambio climático

Respecto a la posible influencia del cambio climático, que aumenta la temperatura de los océanos y la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, lo que se ha observado hasta ahora en las últimas décadas es que hay un desplazamiento de los ríos atmosféricos y los frentes atlánticos hacia latitudes del Reino Unido e Irlanda, por lo que la frecuencia de eventos extremos ha disminuido en este tiempo en el Duero.

Mapa de riesgo de inundación

Mapa de riesgo de inundación / LOZ

Pese a ello, los cálculos de caudales máximos del equipo dirigido por el geólogo del CSIC apuntan a un pico de 1.240 metros cúbicos por segundo cada cinco años en el Duero en Zamora, 1.650 cada diez, 2.140 cada 25 años, 2.475 cada medio siglo, 2.790 una vez cada cien años y 3.070 cada doscientos.

¿Estamos preparados?

La falta de concienciación sobre la importancia de prepararse ante posibles riadas puede deberse a la experiencia en el corto plazo, en términos de naturaleza. En las últimas cuatro décadas únicamente se ha producido una gran inundación en Zamora, la del año 2001, que superó los 2.000 metros cúbicos por segundo. Frente a ello, a "la madre de las inundaciones" de 1860 le siguieron en el periodo de treinta años comprendido entre 1880 y 1909 hasta cinco crecidas que rebasaron el caudal de 2001 y eso hizo que entonces se mantuviera viva la percepción pública de ese riesgo y sus consecuencias socioeconómicas. De hecho, en 1908 un Consejo Municipal de Zamora acordó, a propuesta del concejal Calongue, conservar las marcas de inundación de 1860.

Crecida del río Duero en Zamora en el año 2001

Crecida del río Duero en Zamora en el año 2001 / Archivo

Lo ocurrido en otros tiempos tiene el poder de convertirse en una bola de cristal que muestra mapas de inundabilidad y delimita zonas problemáticas. Gerardo Benito advierte de que sería "encomiable poder usar estas evidencias del pasado para aumentar la cultura del riesgo entre la población, con la premisa de que los fenómenos extremos del pasado pueden volver a ocurrir en el futuro". Es el padre Duero y cuando viene desbocado no hay barrera que resista su embestida.

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