Sucesos en Zamora

La zamorana que perdió su mano en un aserradero de la provincia pide que no se archive el caso: "No puedo pedir mis dedos, pero sí justicia"

Una zamorana que se quedó sin los dedos de la extremidad derecha en un accidente laboral en un aserradero lucha por reabrir su causa judicial

Las manos de Belén Cancho tras el accidente.

Las manos de Belén Cancho tras el accidente. / S. A.

"Note una quemazón muy fuerte y, después, un dolor intenso. Olía como a carne quemada". Se disponía a limpiar "con una escoba normal, sin mango" y la máquina de cortar madera se llevó por delante todos los dedos de la mano derecha de Belén Cancho Baños. La trabajadora del aserradero cumplía las órdenes de sus jefes: no dejar acumular virutas.

Sin darle una formación previa sobre el manejo de esa herramienta que había usado dos veces antes, ni de los riesgos que conllevaba su uso la colocaron en ese puesto de trabajo en el que cortaba los tableros. Cuando ocurrió el accidente laboral, Belén desconocía que la máquina estaba encendida. Y el aparato se tragó la escoba y, detrás, fueron los cinco dedos de su mano derecha.

Ella es la afectada por el accidente en el aserradero: nos cuenta su historia.

Ella es la afectada por el accidente en el aserradero: nos cuenta su historia. / S. A.

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"Trabajábamos sin guantes, sin gafas, sin ropa de trabajo de la empresa", declara mientras pide "que se me escuche. No puedo pedir mi mano, pero sí justicia, que no se archiven casos como el mío en el juzgado".

Ahí se mantiene luchando, su abogado de oficio recurrirá el archivo de su denuncia. Belén no ha cobrado ni un euro de indemnización tras el accidente, tras "dos años y medio de dolor, de impotencia"; 19 operaciones, ocho de ellas solo para intentar estirarle los tres dedos que le han podido reconstruir, los otros se gangrenaron.

La última operación fue hace un mes y mediopara girarle el pulgar, pero nada ha cambiado, "estoy limitada, no puedo hacer pinza" con los tres dedos que tiene rígidos, sin poder doblarlos. La mano está totalmente inutilizada, "no puedo escribir, ni coger cubiertos..."

Antes de que los compañeros la trasladaran a Muelas del Pan para que le atendieran en el centro de salud, "les pedí al resto que buscaran mis dedos y me los llevaran al hospital". Su jefe se ocupó de cumplir ese deseo, pero se gangrenaron dos y a los médicos les fue imposible ingertarlos.

"No puedo pedir mi mano, pero sí justicia, que no se archiven casos como el mío"

Detalle de las heridas tras ingertar los dedos. / Cedida

Una pensión de invalidez de 400 euros

Solo puede mover el dedo pulgar: el índice y el anular le han quedado rígidos y cerrados, "no han logrado enderezarlos para hacer pinza", explica hundida por la tristeza, cansada por una lucha diaria para poder mantenerse en pie, para salir a la calle, seguir adelante con su pensión de 400 euros por una incapacidad total del 53%, mientras busca desesperada un trabajo que pueda desarrollar con una sola mano, la izquierda, que "ha tenido que aprender" a base de empeño, "tengo mucha fuerza de voluntad".

Las máquinas del aserradero en el que solo pudo trabajar 4 meses, hasta el accidente ocurrido a las 11.00 horas del 2 de febrero de 2021, "no tenían el certificado C.E. de homologación, son viejas".

La propia Inspección de Trabajo, que acudió al día siguiente del siniestro a comprobar las instalaciones y "reconoce en su informe que no estaban homologadas, que yo no estaba formada", pero también dice que "eso no me exime de que tuviera que haber apagado la máquina para limpiarla".

Belén replica que "nunca me dijeron que tenía que apagarla ni dónde se apagaba, estaba todo lleno de cables, los jefes se encargaban de apagar y encender" todas las herramienta. Insiste en que ese no era el puesto de trabajo, "yo estaba en la cinta transportadora y empaquetando, colocando palés de listones de madera".

Ese 2 de febrero todo cambió para esta mujer. Ese día "me quedé como encerrada en una habitación de la que no puedo salir, así me siento". Esta técnica sociosanitaria saca su fuerza de donde apenas quedan resquicios de la mujer que era alegre, dinámica, amante del deporte, "practicaba escalada y Muay Thai (boxeo tailandés)". Ahora toca salir adelante por su hijo de 11 años.

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