El paisaje ha sido protagonista absoluto desde los inicios de la carrera artística de Fermín García Sevilla (Tomelloso), que estos días expone parte de sus últimas obras en la galería Espacio 36 bajo el título de “Entre páramos y montes”.

–¿Cómo le ha afectado a un paisajista como usted el confinamiento?

–En mi caso quizá con un poco menos de virulencia, porque podía salir a pintar al campo, en una zona donde apenas tengo contacto con la gente. No obstante, los primeros meses de confinamiento los pasé en el estudio retocando cuadros, haciendo cosas pequeñas y dando salida a obras en el extranjero, porque tengo bastantes clientes en Oriente Medio, China o Taiwan.

–¿Cómo se prepara un artista que se considera autodidacta?

–Empecé en esto en el 79 y me he ido formando con muchos cursos de técnicas y procedimientos pictóricos. Aunque no hice Bellas Artes, estos cursos fueron una forma reafirmarme en lo que yo estaba ya haciendo.

–¿Y su pasión por el paisaje?

–Soy de los que piensan que el artista en general tiene que saber hacer de todo, pero ser especialista en algo para que se le reconozca. El paisaje es una vía que yo escogí porque soy un grandísimo amante de la naturaleza y estoy siempre en el campo. Aparte de la pintura, soy ornitólogo y me encanta el mundo de los pájaros y todo ello de alguna manera me incitó a pintar en el campo. También soy de la tierra de Antonio López Torres, paisajista y gran pintor, así que me dejé influir por él, al estar tan cercano. Y la pintura del siglo XIX, donde había grandes paisajistas, me encanta.

–¿Cómo es su proceso de creación?

–Generalmente, como se puede ver en esta exposición, el 80% de la obra está dirigida al contraluz o a un medio contraluz. Soy de los que opinan que trabajando en cotraluz se pueden observar mejor los efectos volumétricos de la obra y que cuando tienes el sol a la espalda los colores empiezan a volverse planos, aunque sigan teniendo interés. Escojo la obra con arreglo a la luz, que es siempre la que marca la temática que yo voy a trabajar. A partir de ella están otras cuestiones importantes como el dibujo, la composición o, por supuesto, la atmósfera, que va muy íntimamente relacionada con la luz, el dibujo y la composición de los elementos. A pesar de que mucha gente piensa que el paisaje es un género menor y no necesita de nada, tiene muchísima importancia a nivel artístico. De hecho, creo que todos los pintores deberían tener muchísimo respeto por el paisaje, por las dificultades que entraña. Hoy en día se ven muchos tipos de pintura de muy distintas formas, pero no se le concede ese punto de importancia que debería tener el paisaje. Cada paisajista escoge un momento y recoge un lenguaje, explica algo y cuenta algo.

Exposición de Fermín García Sevilla en la galería Espacio 36 Nico Rodríguez

–¿Y cuál es su lenguaje?

–Mi lenguaje sobre todo es atmosférico. Lo que me gusta en la pintura es pintar el aire, que e algo muy difícil, porque cada cuadro tiene su atmósfera propia. Un cuadro en Sanabria nada tiene que ver con uno de Madrid. En el primero hay nitidez y limpieza en el ambiente y en el segundo la protagonista es la neblina. Diferenciar ese momento y ese sitio se consigue a través de la luz y de la atmósfera.

–¿Cómo aplica esa visión personal en algo tan objetivo como un paisaje?

–Como ocurre con la figuración o con los bodegones, todo es cuestión de la interpretación. Cada cuadro tiene su sello personal porque parte de esa interpretación. Si te dedicas a pintar de una fotografía en un estudio, al final harás una postal y todos los cuadros serán iguales. Cada uno tiene que tener ese punto que lo identifica, para que el espectador cuando mire un cuadro sepa a qué hora está hecho. Eso es lo que yo busco, esa identidad en la obra.

–Y para conseguirlo, ¿cuánto tiempo invierte?

–Yo tengo dos líneas de trabajo. Con obras de hasta un metro me muevo en el campo, donde puedo trabajar libremente en franjas horarias de una hora hasta que cambia la luz, que describe un arco, un movimiento que va cambiando sombras e intensidad a medida que el sol pasa detrás de tu espalda. Ahí llevo dos o tres cuadros al mismo tiempo. La segunda línea se trata de coger fragmentos pequeños y trasladarlos en el estudio a formatos más amplios, de hasta dos por dos. Esos están hechos con bocetos, de tres a cinco, pillando luz y pequeños fragmentos. En el estudio puedo estar luego trabajando con ellos entre tres y cinco meses.

–¿Tiene alguna época favorita del año para salir al campo a pintar?

–Por este orden son primavera, otoño, invierno y verano, que es el que menos me gusta, aunque me guste mucho utilizar sus tonos ocres.