Las sierras sanabresas son ahora mismo un vergel, con abundante pasto, con la floración más explosiva luciendo todos sus colores y emitiendo sus fragancias en consonancia con las especies de planta, arbustos o árboles arraigadas a sus suelos, con los regatos y arroyuelos dejando ver unos cursos de agua brillantes y cristalinos, y con los insectos sacando el máximo juego de sus libaciones y colaborando a la polinización.

La presencia del oso lleva aparejada la apuesta por la conservación de unos ecosistemas oseros que chocan frontalmente con la alteración paisajística que trajo la transformación de grandes superficies de terrenos en densas pinaredas, con vertientes aradas y modificadas por completo, sin respetar siquiera las sempiternas camperas ni, como en el alto de Escuredo, los gencianales.

Un recomposición artificial del medio natural efectuada por los responsables del Servicio Forestal, y luego la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, que tiene sus últimas grandes intervenciones en las sierra de Escuredo y Parada.

"Consta que ahora hay interés en preservar los ecosistemas y hacer lo posible para mantener el estatus de la especie. Hay que evitar las labores rompedoras, esas formas salvajes de meter maquinaria pesada que dejan las zonas destrozadas. El mal está hecho, pero ahora se pueden evitar los daños y proteger los ecosistemas para hacerlos habitables para el oso" expresa Ramón Grande del Brío.

En los municipios oseros los planes de conservación pasan por el mantenimiento de la vegetación natural, rica en bayas, y por forestación con árboles frutales. También por las ayudas para que ganaderos y apicultores tomen medidas defensivas o, en caso de daños, indemnizar los perjuicios.