Las dos comunidades terapéuticas que gestiona Cáritas Diocesana de Zamora, Proyecto Hombre y Centro Regional de Rehabilitación de Alcohólicos San Román, cuentan con un total de 61 residentes cuyo funcionamiento desde el inicio de la pandemia, se ha visto condicionado con la crisis sanitaria del COVID-19. “Se trata de cambios producidos con el único fin de minimizar el riesgo de contagio. Para ello se ha establecido un protocolo sanitario que aborda cuestiones de higiene, proximidad, medidas de precaución en todas las áreas, con turnos para comer y zonas comunes”, se explica desde Cáritas.

El objetivo principal de ambos centros es la recuperación integral de la persona dependiente a todos los niveles, “físico, psicológico, familiar, laboral y social para su posterior reinserción en la sociedad”, se detalla.

Los centros informan continuamente de la evolución de la pandemia a los participantes y los trabajadores han puesto varios carteles informativos sobre higiene, distanciamiento social y diversas medidas recomendadas por el Ministerio de Sanidad para la buena marcha de la convivencia. La información que se les proporciona “es realista y constructiva, sin minimizar los hechos, argumentando los cambios que se van a producir y respondiendo a sus dudas, ya que ellos tienen acceso a la información de los medios de comunicación mediante la radio, la televisión y la prensa que se les facilita diariamente”.

Como consecuencia del decreto del estado de alarma se procedió al cierre de nuevos ingresos, que en la actualidad se están reanudando con las medidas de seguridad pertinentes y llevando a cabo todos los protocolos marcados por el Ministerio de Sanidad.

A los participantes que actualmente residen en las comunidades se les ha dotado del material de protección pertinente para garantizar su seguridad, como guantes, mascarillas o gel hidroalcohólico, un material que utilizan en las zonas comunes y para sus sesiones individualizadas con el equipo terapéutico de los centros. Las terapias grupales se han suspendido.

Por otro lado, y debido a la situación los participantes de ambas comunidades, solo salen del centro para visitas médicas, por lo que se ha incentivado la comunicación con sus familiares. Cada tutor realiza una comunicación previa, efectiva y de refuerzo con la familia y, posteriormente, se establece la comunicación diaria con su familiar residente, esto permite disipar las posibles cargas emocionales que puedan surgir en ellos en estos momentos.

Por otra parte, las actividades lúdicas conjuntas han tenido que suspenderse para respetar las medidas de distanciamiento social recomendadas por las autoridades sanitarias. Se mantienen algunas actividades que pueden realizar sin riesgos para su salud como cuestiones de mantenimiento de los huertos, así como jugar al pingpong o la petanca.

“El privilegiado entorno, en plena naturaleza, en el que se encuentran ambos centros, sí permite los paseos o la actividad deportiva individual de los residentes”, indican desde Cáritas para finalizar.