Seis kilómetros andaba a diario con sus perros Pablo San Román González dentro de un plan propio de rehabilitación, en Rabanillo, tras sufrir un ictus que le postró en una silla de ruedas, cuando estaba en activo como empleado del Ayuntamiento de Galende. Los enfermos que necesitan rehabilitación y fisioterapia ven retroceder sus avances motrices por el confinamiento en sus hogares que, como expresa el propio Pablo San Román, "ahora, el no andar esos 6 kilómetros, sí lo estoy notando mucho". Comienza su rutina sin levantarse de la cama, con una tabla de ejercicios de brazos y piernas.

Cualquiera que conociera a Pablo antes de su enfermedad sabe que era una persona muy activa. Desde que sufrió este grave problema de salud ha hecho todo lo posible por recuperar la movilidad. En su casa ha creado todo un "gimnasio" para seguir sus ejercicios de brazos, manos y estiramientos. Confinado en casa, el único lugar de expansión es la escalera y la finca que rodea la vivienda.

De manera artesanal le han fabricado desde unas paralelas hasta una rueda, una escalera para hacer las rutinas con sus manos, unas cintas "y pesas de todo tipo". Lo mejor de su gimnasio de rehabilitación es que todo se ha hecho con materiales reciclados y con algun mecanismo confeccionado por algún amigo, como la escalera para ejercitar la mano."Le hice un esquema como el que había en la consulta de rehabilitación de Puebla".

El tiempo que podía acudir a rehabilitación era muy "íbamos diez personas y en una hora teníamos que pasar los diez". Un tiempo que era insuficiente por el estado en que quedó tras elictus "yo no me movía de la silla de ruedas". En casa "me agarraba como fuera a los aparatos y a base de insistencia me he recuperado, ando bastante mejor".

Perdió la sensibilidad en las piernas y ahora ha comenzado a recuperar esa sensibilidad, aunque también le causa dolores y pinchazos. "Es todo cabeza" cuando nota esos dolores "te paras y descansas, aunque ahora no puedo salir como antes".

Además de los paseos por el prado va a preparar un nuevo invernadero detrás de casa. El viento le derribó el invernadero que tenía en una finca al otro lado de la carretera, No puede cruzar la carretera para ir a la tierra por el estado de alarma, como le han advertido, y al no ser una tierra pegada a la vivienda. El estado de confinamiento y la falta de una rutina de rehabilitación y la limitación para acceder al Centro de Salud para las rehabilitaciones supone un paso atrás para estos enfermos, que como el caso de San Román, han puesto todo de su parte para ponerse en pie otra vez. Lo peor "son las agujetas" porque al carecer de sensibilidad "el brazo hace lo que le mandes. Haces y haces".

Algún conocido que ha sufrido un problema de salud similar también se ha puesto a hacer sus propios ejercicios al no poder acudir a la consulta de rehabilitación. Pablo cuenta ahora con la ayuda de un hijo que, cuando se decretó el Estado de Alarma, se encontraba en el pueblo y le ha ayudado en algunas tareas cotidianas.

Este vecino de Rabanillo reconoce que de como estaba a su estado actual "hay una gran diferencia", y lo más importante es haber podido levantarse de la silla de ruedas por su constancia diaria y haber recuperado parte de su movilidad.