El claxon suena en la plaza del pueblo y por las calles vacías comienzan a asomar 3 o 4 carretillas. Las mujeres que las empujan no van a la huerta, van al camión de Sergio Malillos Prieto, es como un hipermercado en miniatura. Este vendedor ambulante lleva a cuestas todo tipo de alimentos y productos de limpieza para abastecer a localidades como Manzanal del Barco, Olmillos y Perilla de Castro, los pueblos que tenía en su ruta de ayer, martes.

En estas pequeñas localidades de la España vaciada, donde ya no hay ni un ultramarinos y la mayor parte de la población es de la tercera edad, este servicio es esencial durante todo el año. Los supermercados de Zamora quedan a más de 30 kilómetros y el ticket de la compra semanal se encarecería con el coste de la gasolina para llegar hasta la capital y volver a casa. Otros vecinos, los mayores, carecen de carnet de conducir.

En estos tiempos de crisis sanitaria y confinamiento obligado este servicio esencial se torna imprescindible. El camión de Sergio llega a estos pueblos y ahorra a toda su población un viaje al supermercado, donde se expondrían a un entorno por el que pasan cada día cientos de clientes, algunos de ellos -casi seguro- portadores del coronavirus sin saberlo. Haciendo cola frente al camión, al aire libre, guardando una distancia más que prudencial entre ellos, los clientes de este 'hiper' con ruedas no corren ese riesgo.

Al igual que sucede en las grandes superficies de las ciudades, los hábitos de consumo de los clientes de Sergio Malillos han cambiado durante el estado de alarma. La obsesión por el papel higiénico también llegó a la España rural, y los habitantes de los siete pueblos por los que pasa Sergio acabaron en una semana con todas las reservas que tenía para vender a lo largo del año. También se han multiplicado las ventas de lejía y de desinfectantes como el Sanytol. "Ahora ya se ha calmado un poco la cosa y no me piden tanto papel, pero la lejía se sigue vendiendo mucho", explica Malillos.

En general, en estos días se está vendiendo "un poco más de lo habitual para esta época del año" porque "hay algunas personas que han debido de venir a pasar la cuarentena al pueblo". Después de los primeros días en que los clientes hacían acopio de papel higiénico y productos de limpieza, comenzaron a demandar harina y levadura, que también comienzan a escasear. "Los proveedores mandan poca harina, o ninguna, y alcohol para las heridas es imposible encontrar en estos días", lamenta el vendedor ambulante, a quien le gusta llevar su camión bien provisto para no tener que decir "no me queda" a ningún comprador.

Sin embargo, el día a día de este negocio no es tan lucrativo para los vendedores ambulantes. Sergio hace ruta por Palacios del Pan, Valdeperdices, Almendra, Losilla, Perilla de Castro, Olmillos y Manzanal del Barco, siete pueblos que suman entre todos unos pocos cientos de habitantes permanentes. En verano se llenan las segundas residencias, hay más clientela y los ambulantes como Sergio pueden acumular reservas para "sobrevivir" durante el resto del año. "Tampoco puedo sumar nuevas poblaciones, porque si me voy más lejos no me sale rentable por el coste del combustible", expone el vendedor mientras despacha desde su camión.

Por eso, los ambulantes piden alguna ayuda de instituciones públicas como la Junta de Castilla y León o la Diputación de Zamora que contribuyan a mantener estos servicios de reparto que abastecen a los pueblos más pequeños de la provincia, en especial a su población de mayor edad, la más vulnerable. Los comedores sociales de la institución provincial tampoco existen en muchas de estas localidades sin tienda, donde vendedores como Sergio son los únicos que llenan las despensas de alimentos y productos básicos, con estado de alarma y sin él. Pero gota a gota, la sangría demográfica encoge el tamaño de la clientela al mismo ritmo que el padrón de estos municipios, y muchos ambulantes no ven futuro a sus negocios en el largo plazo. "Si no nos dan algo, al menos para pagar el gasoil, muchos tendremos que dejarlo, por lo menos yo", sentencia este vendedor oriundo de Andavías antes de arrancar el camión para seguir con su ruta.