La implantación del teletrabajo , pero probablemente nunca había recibido un impulso como el que ha provocado la crisis del coronavirus. El confinamiento obligatorio ha empujado a muchas empresas e instituciones a cambiar, al menos de forma temporal, su sistema organizativo y a facilitar que sus empleados realicen la tarea correspondiente desde sus hogares.

Sin embargo, este modelo presenta algunos problemas, y uno de los más evidentes tiene que ver con el acceso a Internet. Muchas zonas rurales sobreviven con conexiones precarias, y sus habitantes se ven seriamente limitados para cumplir con su obligación de forma telemática. Más extraño es en estos tiempos que esos problemas se produzcan en una capital de provincia, pero los vecinos del casco antiguo están sufriendo esta situación en pleno año 2020.

Así lo indica uno de los afectados que, tras años de lucha en vano con instituciones y operadores para poder contar con una conexión más veloz, ha visto cómo el confinamiento por el coronavirus le ha forzado a trabajar desde su vivienda con un enorme hándicap por culpa de la ausencia de fibra óptica.

El conflicto, agravado por las circunstancias, viene de lejos, como reconoce la presidenta de la asociación de vecinos, Carmen Núñez, que alude a los condicionantes de Patrimonio para llevar a cabo esta instalación en el casco antiguo con cada vez menos habitantes y una población envejecida.

En esa línea se manifiesta también el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Zamora, Romualdo Fernández, que explica que "en esta zona no se puede cablear la fachada" y que los operadores no muestran interés por el coste añadido que supone soterrar. La situación parece, por tanto, enquistada, mientras la coyuntura atropella a los trabajadores afectados.