"Jesús ha puesto su morada a nuestro lado para ser solidario con nosotros, con nuestra vida. Dios nos dice que quiere estar con nosotros y que no le importa el calor de una cuna o el frío de un pesebre, la solidez de una casa o la inestabilidad de un establo, que se acomoda a todo por pobre y difícil que sea y eso tiene que producirnos una inmensa alegría ya que la esperanza nace de esta buena noticia, la palabra encarnada de Dios", indicó el administrador diocesano. Y así "Dios se ha comprometido con nosotros asumiendo nuestra condición ensombrecida muchas veces por intereses egoístas y particularismos estériles. Reconocer a Dios en el pesebre del Belén es acoger una esperanza radical que nos compromete con el presente y nos pide ser intuitivos en el futuro. Dios ha querido humanizarse para apoyar al hombre, la encarnación es un acto de amor y este amor lleva a unir la suerte del hombre con la vida de Dios".

El Señor, dijo, "ha plantado su tienda entre nosotros, no es ajeno a la historia, a lo que vivimos los hombres, por el contrario, ha querido quedarse en el devenir del tiempo, acompañándonos y rebelándose en los acontecimientos", apuntó José Francisco Matías en su homilía.