Alegría a raudales transmitieron ayer los integrantes de los grupos que participan en el Festival Internacional de Folclore de Zamora en las múltiples actividades que llevaron a cabo en la ciudad que ha llenado de colorido y ritmos la vida de la urbe.

Las jotas inundaron el Mercado de Abastos para sorpresas de algunos clientes que disfrutaron de los sones que entonaron una amplia representación de El Pilar, una formación aragonesa integrada por varias generaciones que se desplaza por primera vez a Zamora, que se topó, en su recorrido por los dos pisos de la infraestructura, con una mujer de Zaragoza. "Se identificó y le dedicamos un par de jotas", explicaban desde la agrupación al tiempo que señalaban "la buena acogida dispensada" por los clientes o los tenderos, como una pescadera, quien, recolocando el género con una sonrisa en el rostro, comenta que le hubiera gustado que "hubieran cantado delante de mi puesto".

Y mientras que los ritmos nacionales amenizaron las compras de algunos, la plaza de Fray Diego de Deza era un verdadero torbellino de actividad. Los músicos de la Compañía Nacional de Guinea Bissau Netos de Bandim no cesaban de tocar distintos instrumentos de percusión al tiempo que sus compañeros bailarines enseñaban sus danzas bien ellos en el centro de un círculo para que los presentes les imitaran o bien sacando a bailar a algunos de alumnos entre el casi centenar de personas que seguía la actividad con atención, desde miembros de otros grupos, aficionados al folclore o personas que se toparon con el taller. "Los vimos actuar ayer (por anteanoche) son un grupo muy interesante y su manera de trabajar es muy divertida y es una manera de dar conocer a otras culturas", expresó Susana Martínez, uno de los integrantes de Mahía Rapa Nui, la formación de Isla de Pascua. Con gran atención seguía y repetía las coreografías una zamorana que se encontró "por casualidad" con los artistas del festival. "Me parece una actividad fantástica y participaré en todo aquello que pueda estos días" comentaba esta mujer en tanto que José Fernández observaba a las puertas de la casona del artista Antonio Pedrero las piezas en las que varias bailarinas no paraban literalmente de moverse. "Asistía ayer (por anteanoche) a la gala, que me pareció muy interesante y en ella explicaron que había este taller y nos hemos acercado a ver y nos está gustando mucho". "Hay mucha alegría y se nota que la gente tiene ganas de pasárselo bien", compartía otro hombre.

El pegadizo ritmo tocado por los músicos de Netos de Bandim inundó todo el casco antiguo, puesto que en su caminar hacia el Castillo no cejaron de tocar y cantar e incluso avanzaban acompasadamente. En la plaza de la Catedral, varios de los integrantes del grupo de Francia subieron al escenario para conocer cómo era.

La dulzura de los cavaquinhos y los acordeones que tocaban los músicos de Viana do Castelo se sumaron a la convivencia intercultural observada con sorpresa por muchos turistas que dirigían sus pasos al interior de la seo o bien al Castillo.

Los jóvenes folcloristas generaron una unión especial traspasado el puente levadizo de la fortaleza medieval. Los instrumentos de percusión de Guinea Bissau comenzaron a dialogar con las piezas tocadas por los portugueses. Unos empezaron a seguir los ritmos que tocaban los otros y viceversa a la par que muchos de los presentes bailaban o al menos intentaban seguir el rápido ritmo. "Esto es fantástico", comentaban varios jóvenes ajenos al mundo del folclore que se sumaron al encuentro.