El voluntariado europeo es una alternativa que permite "crecer como persona a la vez que devuelves algo a la sociedad y convives con personas de toda Europa", en palabras de Ana Juárez, una zamorana que ha formado parte de un proyecto social sobre educación durante diez meses en Polonia. Allí ha sido voluntaria y ha trabajado en lo que es su vocación, la enseñanza a niños con necesidades especiales, a la vez que ha disfrutado de una experiencia renovadora acompañada de jóvenes de decenas de países.

El Cuerpo Europeo de Solidaridad (CES), anteriormente conocido como voluntariado europe, nació en diciembre de 2016. Desde entonces, han sido 16.500 las personas que han tomado parte en el desarrollo de proyectos sociales en países de la Unión Europea. Pedagoga de profesión, Ana es especialista en psicología de la educación y secundaria. Cuenta que lo que la llevó a ser voluntaria fue "adquirir experiencia practica". El voluntariado la atrajo porque podía compaginar una experiencia laboral a la vez que seguía aprendiendo. Ana vio en el Cuerpo Europeo de Solidaridad una oportunidad para iniciarse en la enseñanza y en la educación especial. Tras escoger su organización de envío, buscó proyectos en los que pudiera "trabajar en la labor pedagógica con niños con dificultades".

Polonia fue el lugar escogido por Ana, la ciudad de Kielce en concreto. El proceso fue fácil, "pensado para que todo saliera bien". Y tras la entrevista en la que conoció los detalles del proyecto en el que sería voluntaria, la organización de envío, española, y la de acogida, polaca, se pusieron manos a la obra para sacarlo todo adelante. Cuando llegó, Ana participó en un "arrival training", un periodo de adaptación en el que convivió con voluntarios de otras organizaciones durante toda una semana y que le sirvió como formación inicial. Como la asociación polaca estaba especializada en derechos humanos, Ana también tuvo la oportunidad de formarse en cuestiones ajenas a la educación durante su estancia.

El Cuerpo Europeo de Solidaridad corre con todos los gastos. Tras formalizar la inscripción, el resto de trámites y gastos importantes corren a cargo de las organizaciones: el seguro de viaje, los vuelos, el alojamiento y la manutención estan cubiertos. Además, Ana recibía una pequeña suma de dinero, conocida en el entorno como "pocket money", destinada a gastos diarios, pero recuerda que quien viene al voluntariado no lo hace con una motivación económica, sino que "aquí se vienen a buscar experiencias".

El perfil del voluntario varía en función de la organización de acogida, el tipo de proyecto y el país donde se desarrolle. En el caso de Ana, además de su formación como pedagoga, tuvo que demostrar conocimientos de inglés. Los idiomas son indispensables, no solo en el entorno del proyecto, sino que también se busca que el voluntario se integre en la comunidad local. Para ello, cuando Ana llegó, la organización de acogida le proporcionó la oportunidad de aprender polaco. El voluntariado es una oportunidad excelente para estudiar idiomas.

La vida en Kielce estaba impregnada de un ambiente completamente diferente. La organización "Regionalne Centrum Wolontariatu w Kielce" recibió ese año 15 voluntarios además de Ana. "Los participantes vivíamos en pisos compartidos de tres o cuatro personas. Yo tuve la oportunidad de convivir con un compañero llegado de Turquía, lo que me hizo abrirme y aprender mucho sobre otros estilos de vida", reconoce la zamorana.

Ana cuenta lo gratificante que fue su labor allí, primero en la guardería y luego en un colegio para niños con necesidades especiales, donde pidió expresamente colaborar. Allí tuvo la oportunidad de ayudar e implicarse. Recuerda que ella no tenía excesivas responsabilidades, pues al ser voluntaria siempre era "el apoyo de un profesor". Si tuviera que poner una pega a su estancia allí sería precisamente esa, porque le hubiera gustado profundizar en algunos aspectos, "implicarme aún más". Como consejo a futuros voluntarios pide que se informen muy bien del proyecto para saber si encaja con ellos. Deja claro que es algo que va en función de la persona, y que quizá otros prefieran experiencias más "light". Por eso considera indispensable conocer bien cómo funciona la asociación de acogida. "Hay que tener cuidado, no todas tienen el mismo nivel de profundización. Es preferible asegurarse del nivel al que te permitirán participar y de que este se ajuste a tus espectativas."

La jornada de Ana era muy flexible. Cinco horas de voluntariado diarias y fines de semana libres para viajar. "Depende mucho de la organización, la mía ponía muchas facilidades, incluso podíamos tener algún día libre de más. Entienden que la experiencia del voluntariado no es solo trabajar, sino que también es bueno que viajemos y desarrollemos otros proyectos", y es que Ana tomó parte en varias iniciativas. "En un voluntariado siempre estás haciendo algo nuevo. Estás en contacto con muchísimas personas y proyectos cada día, es único e irrepetible". Y es que ayudar nunca fue tan gratificante.