En el mandato 1995-1999, la Diputación Provincial de Zamora inició su andadura con dos mujeres dentro del Pleno. Por un lado, Ana Riesco, del Partido Popular; y, por el otro, Julia Romero, que fue la aspirante del PSOE a una presidencia que, finalmente, cayó en manos de Antolín Martín. Aquellos cuatro años, los del estallido del "Caso Zamora", se convirtieron en el periodo más convulso de la institución durante la democracia pero, más allá de eso, supusieron el preludio del despegue de la representación femenina en la Encarnación.

A partir de 1999, la presencia de las mujeres en los puestos de poder de la Diputación Provincial aumentó. De hecho, en ese mismo año, la popular Pilar Álvarez fue elegida presidenta, y el número de políticas en el Pleno creció, aunque nunca llegó a pasar del tercio de los representantes. En el último mandato, con Mayte Martín Pozo a la cabeza, la corporación contó con siete mujeres. Maribel Escribano, Guadalupe Carracedo, Laura Rivera, Ana Belén González, Sandra Veleda y Leonor González aparecían junto a la máxima mandataria.

Sin embargo, con la llegada de la nueva corporación, las políticas han perdido peso dentro de la Diputación Provincial. Tanto en número como en puestos de poder. El Pleno que se acaba de constituir tan solo cuenta con cinco mujeres: cuatro que repiten, Laura Rivera, Ana Belén González, Sandra Veleda y Leonor González, y una que se estrena, Atilana Martínez, que es además la única que forma parte del equipo de gobierno como responsable de Promoción del Territorio y Desarrollo Rural.

De este modo, el presidente, los vicepresidentes y los diputados responsables de las áreas principales son hombres. Además, de los portavoces de los grupos, tan solo una mujer, Laura Rivera, asumirá el peso de la oposición por parte de Izquierda Unida, mientras que la junta de gobierno, compuesta por ocho miembros, tampoco tendrá mujeres en este mandato.

La realidad es que la presencia femenina en los puestos de responsabilidad política en Zamora y en su entorno no solo no aumenta, sino que va a la baja. Sucede con el número de diputadas provinciales y también con el de alcaldesas. Al cierre del mandato 2015-2019, la cifra de regidoras municipales ascendía a 43. Apenas un 17% de los 248 mandatarios municipales de la provincia. Desde la constitución de los ayuntamientos, celebrada el pasado 15 de junio, la situación ha empeorado ligeramente con una alcaldesa menos que en el periodo anterior.

Además, los principales ayuntamientos de la provincia están gobernados por hombres. No en vano, los más grandes, el de la capital, Benavente y Toro, siguen en manos de Francisco Guarido, Luciano Huerga y Tomás del Bien respectivamente. Por ello, y tras la salida de Ana Belén González de la Alcaldía de Villaralbo, para buscar el municipio de mayor tamaño con alcaldesa en Zamora hay que viajar hasta Moraleja del Vino, donde ostenta el poder la popular Eva María Calvo.

De este modo, el poder municipal sigue estando en manos masculinas, a pesar de que, tanto en las generales como en las autonómicas, Zamora eligió a más mujeres que a hombres. Sucedió en los comicios para el Senado y para el Congreso, donde los representantes por Zamora fueron Isabel Blanco, Mar Rominguera, Ángeles Martínez, Clara San Damián, Fernando Martínez-Maíllo, José Antonio Bartolomé y José Fernández, y también en el proceso autonómico, que derivó en la elección de Ana Sánchez, Leticia García, María Teresa Gago, Inmaculada García, Óscar Reguera, Alberto Castro y José Ignacio Martín Benito. En ambos casos, cuatro mujeres y tres hombres.

Sea como fuere, la mayor parte de los zamoranos afrontarán lo que viene, hasta el próximo ciclo electoral, con un presidente del Gobierno, un presidente de la Comunidad Autónoma, un presidente de la Diputación y, probablemente, un alcalde: "Está muy de moda y es muy bonito tener una mujer al lado pero, claro, no de primera", señalaba, hace apenas cuatro meses la regidora de Faramontanos, Amaranta Ratón, en referencia al criterio de los partidos a la hora de elegir a sus candidatos fuertes.

En el caso concreto de la Diputación Provincial, la elección la realizan, además, las propias formaciones, generalmente entre sus concejales, para situar a los mejores representantes posibles en la institución. De cara a este mandato, los grupos políticos, salvo Izquierda Unida, han optado por una abrumadora mayoría masculina.