Pedro Crespo acaba de publicar un libro de haikus titulado "Me despiden mis ojos. Colección de 101 haikus"

-Lo primero, ¿qué es un haiku?

-Es un poema monostrófico integrado por tres versos de arte menor, que juntan 17 sílabas, ni una más ni una menos, distribuidos en el orden de cinco, siete y cinco sin rima. Siempre está sujeto a este metraje con rima blanca.

-¿Cómo llega usted a ellos?

-Empecé de casualidad. Paseando un día por el Fnac me topé con un poeta japonés llamado Matsuo Basho. Leí dos haikus que venían en la contraportada y me pareció tan eficaz y tan hermoso que pensé... si esto se puede escribir, yo lo voy a escribir. Poco a poco me fui empapando de todos los haijines japoneses que siguen la filosofía zen. Fruto de ello fue saliendo mi estilo.

-¿La lectura fue paralela a la escritura de sus propios versos?

-Fue en paralelo. Me leí unos doce o trece libros de autores japoneses porque los autores españoles no los leo pues no que hacen no se parecen a la ortodoxia japonesa y eso no es lo que yo busco.

-Y ¿qué busca usted?

-La aproximación a la naturaleza, captar el instante, ese momento en el que, por ejemplo, una hoja está cayendo y todavía no ha llegado al suelo o el río de Duero que pasa y que sé que no vuelve. Es tratar de atrapar una mosca en vuelo y que siga viva. Es tratar de intentar apresar un segundo. Soy tan purista pues los haikus tienen que acercarse a tres temas: la naturaleza, el paso del tiempo y el instante, temáticas que abordo en mi colección. Además, creo que no tienen que tener título. El gran poeta, al que admiro, Luis Alberto de Cuenca ha publicado sus haikus completos, pero tiene el fallo de ponerle título pues, en mi opinión, no lo precisan porque es como añadir un verso.

-El tener que estar sujeto a un esquema concreto ¿dificulta la composición?

-Un poco sí hasta que coges el truquillo. La poesía a mi entender es ritmo y música y que no tengan rima y como mucho, asonante. A mis haikus le pongo mi esencia. Son "pedrocrespianos", pues son, sobre todo, elegíacos en el sentido de despedida. Todos están cargados de melancolía. En mis haikus no hay amaneceres, solo ocasos.

-¿Por qué?

-Por mi esencia melancólica más hacia la muerte que hacia la vida, una tendencia presente en toda mi escritura, pero en estos versos se condensa más. Me han brotado así y descubro que toda la obra tiene una unidad de melancolía. Las tres temáticas que abordo me salen cada una dependiendo del momento, aunque lo que brota de una manera más natural es la melancolía del paso del tiempo. En muchos de mis versos sale la rosa, el sentimiento de que tu no lo sabes, pero en tu alma la llevas la fugacidad.

-Alude a la rosa, pero en sus creaciones están muy presentes las flores.

-Aparecen muchas flores, muchos animales... Además, utilizo muchos términos zamoranos porque forma parte de mi personalidad. Es el purismo japonés, pero desde mi estilo. He elegido estas palabras porque las amo, están en peligro de extinción y yo quiero darlas a conocer, salvarlas. Hay que salvar nuestro lenguaje.

-La publicación recoge 101 haikus.

-Es un número significativo capicúa, lo que da una unidad cerrada. Son 101 haikus, que cada uno de ellos tiene 17 sílabas y a su vez los versos son tres que miden cinco, siete y cinco... todo son números primos. Todos estos haikus los divulgué a través de Facebook. Cuando comencé a escribirlos empecé a subirlos porque no estaban muy seguro de lo que estaba haciendo... sin embargo la respuesta fue muy positiva y agradable. Incluso llegué a tal extremo que, tras dar a conocer un grupo, unos tres o cuatro en cada ocasión pedían a los lectores que me dijeran cuál gustaba y me lo argumentaban. Para mí fue fundamental porque un escritor sin lector no es nadie.

-El libro cuenta con tres partes muy diferencias.

-Se ajusta a la estructura aristotélica de planteamiento, nudo y desenlace. La primera viene a ser un prólogo en el que se explica qué es un haiku, el nudo, mis 101 haikus, y en el desenlace se explica los versos que el autor ha podido leer.

-¿Resulta fácil publicar este tipo de poema en España?

-Ya existen editoriales especializadas en este tipo de poemas. En Toledo hay una firma que tiene muchos volúmenes en cartera por lo que opté por una autoedición pero que es muy cuidada. Tengo muchos haikus escritos por lo que es factible que publique un segundo volumen.

-¿En qué proyectos literarios está enfrascado en estos momentos?

-Yo creo que soy un polígrafo. He publicado novela, ensayo, el trabajo que tengo sobre folclore en Sayago y este libro de poemas. Ahora estoy trabajando la crítica literaria sobre algunos poemas de Claudio Rodríguez y al mismo tiempo en una novela que tiene por título "La sacristía del agua" que se desarrolla bajo el Duero con san Atilano tirando el anillo, un hombre muy poco conocido fuera de Zamora, y entre otros personajes, un niño que se ahoga. En mi cabeza está desde hace mucho tiempo, pero ahora queda materializarlo.