Aunque la grave recesión económica desatada hace más de una década, en 2007, ha lastrado ya al empresariado zamorano de mayor peso, llevándose por delante empresas como Valsan, Hermanos Tábara, Pevafersa o General de Cuadros Eléctricos, el goteo de los concursos de acreedores no cesa, ahora para las pequeñas empresas, muchas de ellas con el propietario y uno o dos empleados en plantilla.

Estas sociedades, junto con alguno de las grandes concursadas aún por cerrar el procedimiento de liquidación o a punto de reflotarse, como Pevafersa, suman las más de 70 quiebras que tramita el Juzgado Mercantil en la actualidad.

Alguno de ellos, explica el magistrado especializado, se corresponde con los concursos de las empresas que tuvieron mayor peso en la economía provincial, como es el mencionado de Pevafersa, y otros que comenzaron muy al inicio de la crisis, en los que la liquidación de las empresas resulta mucho más compleja. Y una vez liquidado el patrimonio, a veces, surgen otros inconvenientes, que ralentizan su conclusión, como puede ser los procedimientos judiciales que tramitan otros juzgados por deudas o reclamaciones a esas sociedades concursada, o porque esa misma empresa reclama a otras. También hay que esperar a cobrar las deudas que la sociedad en concurso de acreedores tiene pendiente de ingresar, algunos aplazados o que están judicializados. La aprobación de convenios con los acreedores en los que se fracciona el pago de las deudas de la empresa en quiebra en varios años o se reduce esa deuda en un porcentaje y que, concluido el plazo, no se ha cumplido, contribuye a dilatar el proceso de liquidación del patrimonio.