Una de las actividades más demandadas en la programación anual de la Peña son las veladas dedicadas a la práctica y desarrollo de habilidades por parte de los aficionados. Un motivador esencial para que tantos y tantos amantes del universal arte, tanto de Zamora capital como de la provincia, puedan practicar ante un público generoso en los juicios pero entendido en las percepciones, mostrando públicamente sus progresos, facilitando así la mejoría de las interpretaciones y ampliando palos y variantes. Además, la práctica agudiza el sentido del compás, supera el miedo escénico y, en definitiva, proporciona disfrute compartiendo con amigos y compañeros ya que como todo arte o manifestación artística, y el flamenco es arte en estado puro, necesita de esa comunión esencial entre oficiantes y público.

De esta forma nació el Festival Flamenco Aficionado -una de las joyas de la corona de La Peña Flamenca-, además de para homenajear anualmente al insigne flamencólogo don José Blas Vega, y cada año -y van cinco- se demuestra fehacientemente, tanto el progreso de los artistas aficionados como el interés creciente del público que acude en masa para disfrutar del evento.

Y eso mismo ocurrió el sábado, en la Sede Social de La Peña Flamenca. Una docena de artistas y un grupo de aficionados disfrutaros de cuatro horas largas, cena incluida, en torno al flamenco. Las guitarras de Luis González, Fermín Niño de Sanzoles, Marcos Mateos y Arturo Rivera, junto con el cante de Eduardo Abril, Vicente El Campanero, Lolo el de Moraleja del Vino, Andrés el del París, Daniel Nanero, José el de Madridanos y Enrique de La Juana, hicieron las delicias de la concurrencia con su arte y entrega, despidiéndose con plena satisfacción y afecto hasta la próxima cita en el mes de marzo.