Pedro García Álvarez recibió ayer un homenaje del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, una institución que presidió durante 14 años, que recuperó las sesiones académicas en un acto de apertura del año efectuado en el salón de plenos de la Diputación de Zamora.

-¿Cuál fue su primer contacto con el IEZ Florián de Ocampo?

-Mi relación se inicia en 1985 cuando se convoca desde la Asociación Española de Archiveros, Bibliotecarios y Documentalistas y el Florián de Ocampo una beca de investigación, previo examen, para el vaciado de protocolos notariales del siglo XVI en Zamora y Toro.

-Y una vez que concluye la beca ...

-Seguí vinculado al instituto para más adelante, en 1995, entrar como visecretario de la junta directiva.

-¿Qué le impulsó a dar el paso e implicarse de lleno en la institución cultural?

-Fue una propuesta que me hicieron Miguel Ángel Mateos y Juan Carlos Alba. Fue un período en el que hubo que trabajar mucho porque de manera paralela ellos estaban arrancado con el proyecto de la Fundación Rei Afonso Henriques. En el puesto de vicesecretario estuve poco tiempo, pues pasé a secretario general en 1996 cuando fue elegido presidente Miguel de Unamuno. De la época como secretario general destacaría el sacar a la luz finalmente los dos tomos últimos tomos de la historia de Zamora. Además, esa etapa la recuerdo con mucho afecto porque coincidía que era vicepresidente Miguel Gamazo.

-¿Cómo toma las riendas del Instituto de Estudios Zamoranos?

-Estuve en la directiva con Carmen Seisdedos para asumir finalmente la presidencia por seguir trabajando por los fines y objetivos del Florián el estudio, promoción y divulgación de la cultural provincial. De entre las muchas cosas que se han podido hacer durante mi mandato estoy orgulloso de que el IEZ mediante el trabajo de Álvaro Ávila puso en valor el modernismo zamorano, pues hasta entonces solo existía pinceladas.

-Habla de una edición de los dos volúmenes que supuso un esfuerzo económico significativo.

-Siempre dije que para sacar adelante muchos proyectos del IEZ había que tener muchos amigos y tuvimos esa fortuna. Hicimos una edición cara, con pasta dura y nos quedó la espina clavada del color porque era inasumible las ilustraciones a color. También me siento contento con la relación que mantuvimos durante años con Caja España, de la edición de los libros de etnografía Luis Cortes Vázquez, que los dos últimos dedicados a indumentaria, de Sayago uno y de Aliste otro, lo presentamos ya en cd.

-También en su presidencia respaldaron otros proyectos culturales.

-Se puso en marcha el concurso internacional de violonchelo y colaboramos con las primeras ediciones del Musizam, unas cuestiones quizá menos divulgadas. Dentro de lo que nuestra capacidad presupuestaria permitía e incluso la legislación hemos trabajado con el Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, con la asociación Furmientu o con la asociación Proculto de Toro. Siempre que hubo fondos y que hubo proyectos que respondían a nuestros fines, ahí estábamos.

-Su equipo y usted han tenido que capear la pérdida de la mitad de su presupuesto.

-Lo hicimos intentando echar mano más de los amigos todavía (risas).

-Pese los recortes han mantenido el premio internacional de poesía Claudio Rodríguez.

-El mantenimiento del galardón que nos supone un porcentaje elevado del presupuesto anual era un compromiso ya no solo personal sino con mis antecesores y con la figura y la obra de Claudio, por ello siempre apoyamos las iniciativas del Seminario Permanente e incluso lo subvencionamos hasta que la legislación no nos permitió seguir con esta colaboración.

-El instituto ha cambiado de sede desde el antiguo palacio provincial, a ocupar un local en la calle Pelayo a ahora ubicarse en doctor Carracido.

-Los cambios nos causaron sus trastornos. Hemos notado mucho la pérdida de la sede de Ramos Carrión. En la presidencia de Carmen Seisdedos nos trasladamos a la calle Pelayo, pero con los recortes no podíamos afrontar el alquiler de la sede y gracias a la Diputación estamos en el actual edificio del Colegio Universitario.

-Este movimiento también lo ha experimentado su biblioteca.

-Algo fundamental para el centro. La biblioteca, puesta en marcha a mitad de los 90, se vio nutrida con fondos que se fueron adquiriendo o se lograron con el intercambio de ejemplares con otros centros de estudios locales. Además, cuenta con la donación de la biblioteca de Enrique Fernández Prieto y la de Antonio Matilla Tascón. Inicialmente Caja Rural nos cedió un local en el casco antiguo y ahora los volúmenes comparten espacio con los de la biblioteca del Colegio Universitario.

-El Florián en los últimos años ha vivido como socios jóvenes se implicaban más.

-Hemos tenido la suerte de que han formado parte de la directiva a quien yo había dicho que eran mis últimos cuatro años por un sentido de responsabilidad, pues en un momento de apretura presupuestaria no me parecía coherente abandonar el barco. Tras el revés de mi salud tuve más claro que era el momento de abandonar, de dar un paso al lado, como hice en las últimas elecciones.

-¿Qué espinita se lleva clavada?

-Tengo la pena de no haber podido recuperar capacidad presupuestaria para la convocatoria de becas de investigación. Es una espinita sentimental acorde con el idealismo utópico que me ha movido siempre. La nueva directiva creo que lo tiene claro porque en el Florián siempre hemos tenido presente que estas becas suponen uno de los pilares de la actividad del instituto. Fruto de ese trabajo son colecciones como los cuadernos de investigación o la colección tesis o artículos que se publican en nuestro anuario.

-Su cargo en el Instituto de Estudios Zamoranos le permitió estar en la junta de gobierno de la Confederación Española de Centros de Estudios Locales.

-Estuve diez años como vocal lo que para mí ha supuesto tener trato con unas personas que tenían nuestro mismo objetivo cada uno en nuestro ámbito territorial y somos la primera empresa editorial de España porque cada centro de estudios locales y que se vende a precios razonables. Cuando me pidieron que me presentara para formar parte de la junta de gobierno pensé que era un honor para Zamora y a mí a nivel personal me supuso mucho.