El último libro de Manuel Miguel Contreras (Caracas 1989) acaba de ver la luz. "187" llega tras publicar con anterioridad varias novelas.

-¿Cómo nace su último volumen?

-Desde pequeño me ha gustado mucho la escritura, de hecho, en Venezuela ya publiqué. Siempre me ha gustado la poesía moderna. Me surgieron unas complicaciones personales y empecé a drenarlo a través de la escritura. Mi núcleo de amigos se ha dividido mucho y tengo una amiga en Argentina que es editora, se lo mandé y le gustó mucho, de hecho es quien me ha confeccionado el prólogo del libro. Lo remití a varias editoriales en España y Círculo Rojo quiso apoyarme a publicarlo.

-En el libro incluye reflexiones, poemas, a veces microrrelatos?

-Me gusta la poesía, pero no en su concepción más clásica tal y como se entiende con versos y rimas. Intento transmitir con las mínimas palabras lo máximo posible. A veces hay una especie de microcuentos que no buscan la rima, ni el ritmo sino comunicar de una manera clara y sencilla. El libro está dividido por etapas en una de ellas, hay una de nacimiento, otra muy oscura y una de fin de ciclo.

-¿Coincidiendo con estados anímicos?

-Justo. Todo lo que escribí durante un año es el libro. Se lo remití tal cual a la editora, ella me dijo que quería dividirlo por etapas, pero al fin y al cabo una persona no vive etapas claras sino que existen transiciones como sucede en el libro. Te caes, te levantas... con un hilo conductor.

-¿Cuál sería en este caso?

-Mi experiencia personal. Yo tuve una experiencia personal bastante mala al llegar a España. El cierre de una etapa personal y el intento de nacimiento de otras es lo que me llevó a escribirlo.

-¿Por qué el título de "187"?

-Son los minutos que tardé en un viaje tras el que escribí el primer poema que dio origen al libro.

-¿Qué ha implicado para usted la escritura de este volumen?

-Sinceramente no me ha traído nada bueno, pues la gente juzga aquello que he vivido leyendo estas páginas. Pese a todo estoy muy contento con lo que escribí, pero sé que me expuse demasiado. Ahora estoy escribiendo otro libro de una manera muy distinta, de una manera menos cercana.

-¿Sobre qué versa?

-Se va llamar "Detrás de una barra". Cuando llegué a Zamora me llamó mucho la atención la cultura del tapeo, que cada persona tiene su bar de referencia donde queda, donde tiene una amistad? Me he dedicado a oír y observar qué hace la gente y a partir de este punto he tratado de imaginar qué siente la gente.

-¿Es novela?

-No es un libro del estilo a "187". No he optado por novela porque ya tengo dos "El chamito del clavo", que por fin ha visto la luz en Venezuela, y otra "Lo que nunca quise volver a sufrir", centrado en el éxodo zamorano a Caracas porque mis abuelos se fueron de España en 1947. Lo publiqué a través de un concurso de Amazon y ahora está en ebook. Sé que difícilmente viviré de esto y lo que pretendo al publicar es que vea la luz lo que escribo.

-Usted ha tocado distintos géneros literarios ¿qué supone para usted la escritura?

-Es un desahogo. La escritura es sentarse y sacar lo que tengas dentro. Me parecen muy interesante las historias que pueden vivir las personas. A veces nos centramos en fantasías y en historias sobre el fin del mundo que nos abstraen de la realidad cuando en la realidad de las personas que tenemos a nuestro alrededor hay historia muy interesantes por contar.

-De ahí la temática de su siguiente novela y del propio "187".

-Efectivamente. Escuchando a las personas descubres historias geniales. Yo estudié periodismo en Venezuela y teníamos una asignatura, guion fantástico, que me aburría. Desde mi punto de vista es muy interesante el poder hablar cara a cara con una persona y reflejar lo que ha sentido.

-¿Se siente un escritor contra corriente?

-Un poco sí. Siempre he asumido que lo que escriba no me va a dar de comer, pero sé que me va a nutrir de otra manera. Hay una vida muy cercana que nos estamos perdiendo por fijar nuestra atención en otros aspectos.

-¿Cómo ve actualmente la situación de su país natal, de Venezuela?

-Hay un atisbo de esperanza. La realidad es que hay un poder fáctico y un poder legítimo y ahora hay que ver cómo vamos a ser capaces en el país de afrontar los dos poderes. Queramos o no cuando se sigue teniendo la fuerza de las armas y otros la legitimidad que da el voto popular... es el momento de afrontar muchas cosas. No obstante, es muy fácil decirlo cuando se está fuera. Quienes están ahora mismo en Venezuela son quienes van a decidir hasta dónde se llega.