Castilla y León ha sacado pecho de su capacidad de autogobierno. En un momento en que la crisis del modelo territorial es más palpable que nunca después de la Transición, esta comunidad autónoma ha querido erigirse como ejemplo de realizar las cosas bien desde el prisma de la responsabilidad y el buen uso de la democracia. Una autonomía que no justifica diferencias propias ni excluye a los demás, que no se ha construido a partir de la exaltación de la identidad y que procura asegurarse el éxito gracias a las respuestas positivas que ofrece a las demandas de los ciudadanos. Palabras, todas estas, de la presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, quien ayer fue la maestra de ceremonias del XXXV aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía.

La capilla mayor del Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas fue, en mayo de 1983, el lugar elegido para la sesión constitutiva de las Cortes de Castilla y León. Un escenario al que ayer regresaban los 84 procuradores que asistieron hace 35 años y el resto de representantes electos que han sido parlamentarios regionales durante las nueve legislaturas posteriores. La cita contó con la participación de todos los expresidentes de la Mesa de las Cortes y también con la del expresidente de la Junta, Juan José Lucas. Junto a Silvia Clemente, destacó la presencia de Juan Vicente Herrera con buena parte de su equipo de consejeros; mientras que en el capítulo de ausencias, las más sonadas fueron las de los expresidentes Demetrio Madrid y José María Aznar.

La presidenta de las Cortes encauzó la jornada con un discurso que ensalzó la gestión de las diferentes instituciones regionales tras la aprobación de aquel Estatuto de Autonomía en el año 1983. "Con la aprobación del Estatuto y desde la lealtad a la Constitución, se superaron las incertidumbres y discrepancias que acompañaron el camino hacia la autonomía de Castilla y León y se dio respuesta a cuestiones que afectaban a la representación, a la ubicación de las instituciones autonómicas y también al ámbito territorial de la comunidad", expuso.

La cuestión identitaria encontró también protagonismo en el discurso de Silvia Clemente, quien quiso destacar la responsabilidad de mantener, desde la unión, el entendimiento entre las dos regiones históricas que forman esta comunidad autónoma. "En estos 35 años, Castilla y León ha sabido definir un espacio propio dentro del estado autonómico y desarrollar una identidad común, integradora y no excluyente, y que nos define como una comunidad de historia y de cultura surgida a partir de la unión de dos viejos reinos „el de León y el de Castilla„ y que se asienta en valores universales como la lengua castellana y el patrimonio histórico", defendió la presidenta de las Cortes.

A lo largo de los últimos 35 años, las Cortes de Castilla y León han aprobado 390 leyes con la participación de siete grupos parlamentarios, "un hecho del que enorgullecerse por su valor para los ciudadanos", según Silvia Clemente. "Son leyes que han permitido defender los derechos de los menores; avanzar en la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad; favorecer la integración de los inmigrantes; garantizar la protección de las personas mayores; y dar el apoyo necesario a las familias afectadas especialmente por la crisis económica", señaló. Mención aparte para las políticas territoriales en materia de igualdad. "Normas que han hecho posible una mayor igualdad entre hombres y mujeres, combatir la discriminación y visibilizar el cambio que ha experimentado nuestra sociedad en los diferentes ámbitos donde la mujer tiene cada vez un mayor protagonismo social", añadió.

El Estatuto de Autonomía, en definitiva, ha servido a Castilla y León para "tender puentes y establecer el diálogo", según manifestó Silvia Clemente. "Como así se demuestra en las sucesivas reformas del texto en 1994, 1999 y 2007, respaldadas por un amplísimo consenso parlamentario de las Cortes en su elaboración y debate, así como de la propia sociedad en ellas representada", concluyó la presidenta.