Francisco Acosta, en su día uno de los fundadores de Comisiones Obreras y reconocido dentro del movimiento sindical por haber formado parte del llamado "Proceso 1.001", que tuvo lugar durante la dictadura franquista en España, en 1973 aunque iniciado en 1972. Acosta estuvo tres años en prisión y, al salir, desarrolló una carrera que le ha llevado a ser una de las personas más reconocidas de Comisiones Obreras a nivel nacional. Ayer participó en las jornadas "Otoño sindical. Las mujeres y el sindicalismo" organizadas por el sindicato en Zamora.

-¿Cómo fue la incorporación de la mujer a la lucha sindical?

-Comisiones Obreras nació en una España que era, institucionalmente, muy antifemenina. El régimen franquista quería sacar a las mujeres de las empresas, algo que lógicamente nunca se llega a conseguir. Fue un camino difícil que empieza con la propia fundación del sindicato y que termina con una organización en la que la paridad de género es la tónica general.

-¿Queda mucho por hacer?

-Quedan cosas. El sindicato está presente en todo el país, pero hay ciertas zonas, como Andalucía y Castilla, donde no hay grandes fábricas y donde la mujer todavía trabaja en los sectores que se podrían llamar "tradicionales", como textil o limpieza. La incorporación de la mujer al sindicato va de la mano de la incorporación de la mujer al propio mundo laboral. Pero avanzamos. Hasta hace veinte años la mayoría de nuestros afiliados eran hombres y ahora la afiliación de mujeres es muy importante. Creo que somos la organización sindical o política que más ha hecho por la paridad. Aunque a niveles locales o provinciales cuesta más, trabajamos en este sentido.

-Hablemos del movimiento sindical en el sentido más amplio. ¿Comparte la idea de que los sindicatos salen más desprestigiados de la crisis económica?

-Ha habido campañas en nuestra contra y eso se nota, pero vamos remontando. Las consecuencias de la crisis fueron nefastas. En 2008 estábamos casi en el pleno empleo y la crisis llega con tres millones de parados. El primer afectado es el sindicato porque los parados no se afilian. Además, desde las esferas de poder se insiste en que los sindicatos no son necesarios, que los trabajadores no necesitan esta figura. Sin embargo, creo que no es justo medir la importancia de los sindicatos en España por el nivel de afiliados. Gracias a CC OO los avances que se consiguen son para todos, no solo para los afiliados al sindicato. A pesar de todas las campañas que hemos soportado durante estos años tenemos una fuerza social que sigue siendo respetada por todos los poderes de este país.

-Si están tan convencidos de su poder de movilización, ¿por qué no convocaron una huelga general ante políticas que, según sus propios líderes indicaban, eran injustas para los trabajadores?

-Por responsabilidad. Muchos trabajadores tienen un empleo precario y si llamamos a la huelga, son ellos los que pueden sufrir las consecuencias en forma de represalias por parte de los empresarios.

-El recorte de facultades de la negociación colectiva derivado de las dos últimas reformas laborales ha restado protagonismo a los sindicatos.

-La negociación colectiva es el corazón mismo de los sindicatos. Si no negociamos con los empresarios... ¿para qué estamos? ¿Para tener un abogado? La gente no se afilia para eso. Trabajamos, y así nos los piden los trabajadores, para restablecer la situación anterior a la crisis económica en lo referente a negociación colectiva, algo que marca el estatuto de los trabajadores.

-Parecía que la reforma laboral tenía los días contados con el cambio de Gobierno, pero ahí sigue, vigente.

-Es que no es fácil. Un decreto quitando la reforma laboral puede ser incluso perjudicial. Estamos en un contexto internacional en el que, si se cambian de golpe las leyes, las inversiones de las empresas se pueden resentir. Esto es algo que tenemos que tener en cuenta.

-Sindicatos y empresarios firman acuerdos de los que los trabajadores no llegan a beneficiarse. Ahí está el último Pacto del Diálogo Social, con incrementos prometidos del 2%.

-Hemos conseguido un logro muy importante, que es subir el salario mínimo y que millones de trabajadores sin convenio pasen a cobrar más. Los empresarios ganan ahora más, se está saliendo de la crisis pero los beneficios no llegan a los trabajadores.

-Pero insisto, muchos acuerdos generales quedan después en papel mojado.

-Es complicado. Los sindicatos tenemos presencia en toda España, pero no llegamos a todas las empresas. En España abunda la pequeña y muy pequeña empresa, y ahí el sindicato tiene muy difícil entrar. Hay empresarios que no cumplen los acuerdos y luego dicen "si me protestáis os despido, o cierro la empresa y nos quedamos todos en paro". Eso existe. Tenemos colectivos con mucha fuerza dentro del sindicato como administración pública, sanidad, enseñanza... y mucha presencia en las grandes fábricas, pero es muy complicado decir a una persona joven que acaba de conseguir un empleo que tiene que salir a la calle, hacer huelga y pedir más. Por eso no se convoca una huelga general, porque estamos siendo responsables.