El empresario toresano Vicente Fernández Manso ha sido condenado a dos años de cárcel como inductor del atraco que protagonizaron dos hombres a su exsocia en Pevafersa en la vivienda familiar de Benita Pérez en Guarrate. Los autores materiales, que reconocieron los hechos durante el juicio, han sido también condenados: el que entró en la vivienda y agredió a su dueña, José Antonio P.P,., por un delito de robo con violencia en casa habitada y lesiones, a dos años y seis meses y a nueve meses (dos años y tres meses en total), mientras que el que quedó fuera esperando en el coche, David P.B. se queda con dos años de prisión.

Todos ellos deberán afrontar las costas judiciales e indemnizar solidariamente a la víctima con 4.951 euros por los efectos sustraídos y 220 euros por los daños causados. Además, José Antonio P.P. tiene que abonar 11.500 euros por las lesiones causadas a la víctima, dos mil euros por las secuelas y 553 euros por los gastos médicos.

El fallo de la juez no se centra sólo en la confesión de los dos sicarios, que declararon actuar por orden de Vicente Fernández, sino que se apoya en otros indicios que corroboran la intervención del empresario en calidad de inductor del delito.

Según los hechos probados José Antonio y David fueron a Toro en busca de Vicente Fernández para cobrar la deuda que tenía con otro empresario. Fernández les pagó, y posteriormente les encomendó que fueran a la vivienda de Benita Pérez en Guarrate para que le robaran "una importante cantidad de dinero", en torno a un millón de euros, que supuestamente tenía en una caja fuerte, similar a la que poseía el propio exdueño de Pevafersa. Según les dijo Vicente Fernández, Benita le debía dinero porque habían tenido empresas en común.

Según la juez fue Vicente Fernández quien les proporcionó los datos para perpetrar el robo y les pagó con dos mil euros y 92 monedas de oro, que revendieron en un establecimiento de Valladolid. El 10 de junio de 2014, mientras David vigila en el coche, José Antonio entra en la vivienda, amenaza a Benita con una pistola de fogueo de apariencia real, le propina un golpe con la culata y le amenaza, antes de marcharse con un escaso botín de 170 euros, unas joyas y el móvil de la víctima.