WWF propone también una nueva visión en cuanto al terrorismo incendiario, un concepto "que no se ajusta a la realidad" y que "obliga a hablar del arraigado uso del fuego en el noroeste, el abandono rural, la ausencia de gestión forestal, la nula planificación territorial que ha cercado los núcleos de población con altísimas cantidades de biomasa forestal, o la escasísima inversión en prevención real".

Asimismo, también se muestran partidarios de endurecer las penas, sino que abogan por incrementar el porcentaje de identificados y condenados por prender fuego, ya que en la actualidad, según datos extraídos del informe, se identifica al nueve por ciento de los causantes de incendios y "un muy pequeño porcentaje cumple condena".

Ante todo ello, WWF propone una Estrategia Ibérica para la Prevención de Incendios, "basada en conocer las zonas de alto riesgo promover una gestión colectiva y participada del territorio que tenga como finalidad diversificar usos y buscar aprovechamientos alternativos, conocer, ordenar y acotar las plantaciones forestales de eucalipto y pino, y promover un programa que incentive a aquellos propietarios que apuesten por plantaciones de frondosas.