En un mundo donde la tecnología se impone, la pedagoga Cristina Pérez Lorenzo apuesta por un nuevo método educativo donde el papel cobra protagonismo para crear unos cuadernillos de trabajo para fomentar en los niños ambos hemisferios del cerebro. Creatividad y lógica van de la mano en el proyecto "Kriss Planet", que este verano ha conquistado cientos de hogares españoles con libros en los que cada niño se convierte en protagonista de su aprendizaje, gracias a la personalización de las actividades a través de imágenes y texto.

-¿Cómo surge este proyecto educativo?

-Hace ya cinco años en Zamora, cuando en mis vacaciones de verano se me ocurrió hacerle un cuadernillo a una prima pequeña, de una manera que fuera más motivadora que los libros de ejercicios habituales que se venden en las librerías. Muchas veces son aburridos y no les apetece a los niños hacer los ejercicios. Para elaborarlo utilicé fotos de mi prima y de la familia para crear desde sumas hasta problemas o laberintos. En definitiva, creé de una manera muy simple un libro de cien páginas que gustó mucho a la receptora. Se reconocía en las fotos, quería hacer todos los ejercicios e iba enseñando el libro a todo el mundo. Así fue como la gente me comenzó a animar para que lo pusiera a la venta y empecé a investigar para formarme un poco más en el tema de maquetación y estilo, hasta lograr algo estéticamente atrayente.

-¿Ha tomado forma definitiva en los últimos años?

-Sobre todo me he centrado en diseñar el logotipo del programa, en crear una memoria completa para registrar en Propiedad Intelectual y en confeccionar la página web de Kriss Planet (www.krissplanet.com). Y el último año he estado elaborando las plantillas de los cuadernos, así que he dado forma a una idea hasta convertirla en una oportunidad de negocio.

-¿Qué necesidades percibía para comenzar a diseñar este sistema de aprendizaje?

-Como profesional de la educación y según mi experiencia, he comprobado, tanto en las aulas como en las academias en las que he impartidos clases, que los materiales existentes no son nada motivadores. A eso además hay que añadir la falta de atención que muestran los niños por todas las distracciones que existen en su entorno, desde la televisión hasta las tablets.

-¿Y cómo consigue enfocar la atención en el aprendizaje?

-Porque tienen en sus manos libros que son suyos, personalizados, donde salen tanto ellos como sus familias. Y eso les causa un montón de interés y motivación, lo que está relacionado con la concentración. Y si hay concentración, hay aprendizaje e interiorización de los contenidos.

-¿Hay otras características que diferencien al programa "Kriss Planet" del sistema tradicional?

-La principal diferencia es que los materiales que se utilizan ayudan a estimular los dos hemisferios del cerebro. Tanto en las aulas como en los libros de texto existe entretenimiento, pero siempre se tiende más a estimular el hemisferio izquierdo. Es al que más importancia se le da, porque ahí es donde se ubica la razón y la lógica, que es lo que más se demanda en la sociedad actual.

-¿Y qué guarda el hemisferio derecho?

-El derecho es donde está la fantasía, la imaginación, la inteligencia emocional y las relaciones con los demás. Ese se deja un poco de lado durante el periodo de aprendizaje, porque la sociedad establece que es más importante ser ingeniero que actor, por ejemplo. Sin embargo, con mi sistema se logra potenciar y crear conexiones entre los dos hemisferios, no dejar dormido uno, sino relacionar habilidades de los dos lados. Así se aprovecha mejor el potencial con el que todos nacemos.

-¿Qué beneficios tiene esta doble estimulación en los niños?

-Cada hemisferio tiene funciones o habilidades diferentes, aunque estén relacionadas unas con otras. Por ejemplo, del hemisferio izquierdo se trabaja la lectoescritura, la aritmética y los números, la orientación temporal y la lógica. En el derecho estaría la orientación espacial, la memoria visual, la imaginación, la creatividad y la simetría bilateral. El izquierdo piensa y trabaja en números y palabras y el derecho en imágenes. Y hay que tener en cuenta que la memoria trabaja con imágenes principalmente, pero estamos acostumbrados en el colegio a estudiar memorizando palabras, mientras no se hace nada por la memoria visual. Las letras no se visualizan, sino las imágenes. Con este método hay ejercicios que llevan implícitos los dos tipos de habilidades.

-¿Cómo se trabaja habitualmente la estimulación cognitiva infantil?

-No se suele hacer caso al hemisferio derecho. Los libros de texto son todo letras y números, además, estudiándolos sentados en la silla de su aula. Ya en principio simplemente en el material didáctico en sí, por ser escrito, se usa muchísimo más la lectura, así que seguimos en el hemisferio izquierdo. Pero todo lo que son imágenes, la imaginación y la creatividad también se pueden potenciar a través de ejercicios sencillos, por ejemplo, al inventarse un cuento en vez de leer la historia. De esta manera, a la vez que el niño escribe, acorde con el hemisferio izquierdo, está inventando algo y potenciando el hemisferio derecho.

-¿A qué edad está estipulado que se desarrolle al niño de manera cognitiva?

-A partir de los cincos años es la edad donde científicamente más plasticidad cerebral hay, más se puede absorber y las neuronas más capacidad tienen de relacionarse unas con otras. Hasta los cuatro años todavía la lateralidad no está definida. Es decir, los dos hemisferios todavía no funcionan a la perfección y, por ejemplo, no está definido si eres diestro o zurdo. Cuando el niño lo desarrolla, sobre los cuatro años o cinco, es el punto en el que hay que comenzar a fomentar este tema hasta los diez años, porque es cuando más plasticidad hay.

-¿Es positivo que, aparte de en clase, también se fomente estas habilidades en casa?

-Por supuesto. Yo intento que con mis cuadernillos los niños puedan trabajar de forma autónoma, con ejercicios sencillos e intuitivos, para que no necesiten una ayuda constante de un adulto. Pero los padres pueden involucrase si quieren y convertir este aprendizaje en un juego.

-Educativamente, ¿es cada vez más complicado captar la atención de un niño?

-Sí, porque cada vez hay más cosas que les distraen. Están acostumbrados a ver la televisión y a jugar con la tablet. De hecho, se me ha propuesto desarrollar mi idea en este formato en vez de en un cuaderno físico, pero yo lo he descartado, porque lo que hay que hacer en estas edades es desarrollar también en los niños es la psicomotricidad, que manejen las pinturas y lápices con sus dedos, que haya orientación entre el ojo y la mano. Todo eso ayuda a desarrollar ambos hemisferios y la lateralidad.

-¿Eso no se logra con las nuevas tecnologías?

-Estar con una tablet pintando con un dedo, simplemente moviéndolo por la pantalla, no significa estar trabajando el cerebro de la misma manera de la que yo pretendo con mis cuadernillos de ejercicios. Por eso quería que fuera un libro como los de toda la vida, para que se trabajen todos esos otros aspectos. Pero eso no significa que no entienda que esté bien que se trabaje el ocio con las nuevas tecnologías, aunque creo que no todo se puede conseguir a través de ellas, porque el cuerpo necesita funcionar también de una manera que una tablet no te permite.

-De todas formas, las nuevas tecnologías han venido para quedarse en el ámbito de la educación.

-Las nuevas tecnologías son una herramienta muy útil y además está claro que los niños las van a tener que desarrollar en su futuro profesional. Pero en las edades en las que se están iniciando no pueden dejar totalmente de lado los libros físicos, lo tienen que compaginar. Lo que no quiero es fomentar más todavía el que estén siempre frente a una pantalla, pretendo estimular las habilidades cognitivas y que las desarrollen con movimiento de brazo y ojo.

-¿En qué considera que está basado el éxito de su método, el interés que nace en los niños?

-El estar personalizado, que hace que ellos sientan que el libro es auténticamente suyo, porque salen a la calle y enseñan la portada con su foto. El cuaderno está totalmente dirigido a él y en los ejercicios los protagonistas son sus familiares. Está demostrado que así lo entienden mucho mejor, es más motivante y terminan aprendiendo.

-¿Tiene intención de ampliar esta colección con otras materias educativas?

-En principio, querría incluir nuevas temáticas, como cuadernos para periodos de vacaciones como Navidad o Halloween. Mi objetivo es que aunque sean cuadernillos de lectoescritura, esta base nos les impida, aparte de reforzar estos aspectos, alternar otras habilidades del hemisferio derecho del cerebro. Por ejemplo, pueden tener una historia para leer pero tienen que inventarse un título para ella o hacer un resumen a través de un dibujo en vez de escritura y así se trabaja con los dos hemisferios en el mismo ejercicio. Inteligencia emocional, buenos hábitos de alimentación o ambientales, sociales y cívicos, así como educación vial son otras áreas que podría desarrollar con estos cuadernos. Pero, a corto plazo, lo que me interesa es comenzar en colegios y este septiembre propondré hacer cuadernillos en centros donde se incluyan fotografías con el grupo de la clase, los profesores e imágenes del propio centro, por ejemplo.

-¿A qué se debe que cada vez se le dé más importancia a la educación emocional en el aula, ámbito que alberga el hemisferio derecho del cerebro?

-Estamos acostumbrados más a pensar en nosotros mismos y tenemos al de al lado como olvidado. Se debería fomentar más el trabajo en equipo, en parejas o grupos, y sobre todo trabajar la asertividad y la empatía, además de las habilidades comunicativas, en vez de centrarse solo en los contenidos del libro. Si se trabaja también en el aula las habilidades sociales, se sabrá identificar mejor las emociones del compañero.

-¿Para lograr este objetivo hay que cambiar mucho el campo educativo?

-Habría que darle un giro y enfocarlo de diferente forma, introduciendo por ejemplo asignaturas en la ESO como educación para la ciudadanía. Aunque desde pequeños también se podría comenzar a trabajar más temas de inteligencia emocional y en las relaciones, descubriendo la interculturalidad. Creo que ya los maestros lo tienen todo esto en cuenta, pero la sociedad también debe ayudar a este cambio, porque si en el aula se trabaja una cosa y en casa, en la televisión o la calle se ve lo contrario, se convierte en un problema social que hay que solventar.

-Según su experiencia, ¿es muy complicado adaptar los métodos educativos para los niños con dificultades de aprendizaje?

-En esos casos, lo primero es que el maestro sepa qué carencias concretas tiene el alumno. Lo ideal sería que se llevase con un seguimiento individualizado de cada uno, para saber las carencias y potencialidades del niño. Habría que potenciar lo bueno de cada niño, pero si en un aula hay 20 alumnos y un profesor, por mucho que el docente esté bien formado, no puede hacerse cargo de ello. En la educación el problema son los grupos grandes y muchas veces destaca el que más habla, mientras que el más tímido se queda para atrás y los profesores no pueden detectar sus necesidades. Si los grupos fueran más reducidos, se podría ayudar a más niños.