Lágrimas, nervios, miradas. Esta es la escena. Y el escenario la Diputación Provincial donde decenas de familiares van a conocer por primera vez a los niños saharauis que han acogido gracias al programa "Vacaciones en paz". 45 niños vivirán una experiencia única durante los dos meses de instancia en la capital zamorana junto a esas familias ilusionadas por tener a alguien más a quien poder dar amor.

"¿Dónde está que no le veo?" es una de las frases que más salía ayer de la boca de las familias unos segundos después de la llegada de los niños a la sala. Un ambiente de nervios entre todos los presentes que se calmaron cuando, por fin, lograron tener los entre sus brazos. "Una vez que la tengo en mis manos los nervios parecen que se van poco a poco. Estamos ella y yo solas y nos vamos a cuidar la una a la otra", afirma una mujer que acoge desde el 2003.

Casemira González, es otra de las mujeres que repiten. Casemira tiene a un niño desde hace cinco años y quiere repetir la experiencia porque ya no puede estar más años con él. "Ahora tiene problemas de salud y necesita atención médica, por eso es necesario traerle aquí para que se mejore, sea el tiempo que sea". A pesar de eso, decide acoger a otro niño, Mohamed. Uno de los más pequeños con una mirada llena de felicidad por estar acompañado con una nueva familia que le cuidará cuando más lo necesite. "Decidí acoger a otro niño porque me habló la presidenta de la asociación y me comentó que uno de ellos no tenia familia. Rápidamente la contesté que sí, que lo acogía", asegura Casemira, que continúa sus declaraciones con una invitación a todos los ciudadanos para que acojan. "Yo creo que tienen miedo, por eso no se deciden a acoger", insiste.

Mariví Barrios, miembro de la directiva de la asociación, también infiere en la necesidad de que más familias zamoranas se comprometan a la causa y acojan a más niños que verdaderamente lo necesitan. "Necesitamos que haya más familias que se comprometan. Las que tenemos están muy involucradas y vuelven a repetir cuando los niños no pueden venir porque cumplen la edad", explica Mariví.

Además, es la primera vez de muchas otras familias que este verano han decidido dar un pedacito de su corazón a un niño que lo necesita. "Decidí acoger por un anuncio que vi en televisión. Me dio mucha ternura y me entraron muchas ganas, así que de este verano no podía pasar", explica una señora mientras se limpia sus lágrimas de la emoción. Casi sin poder decir nada, con los ojos llorosos, y una sonrisa de oreja a oreja, la mujer permanece nerviosa a la espera de su nueva niña, que será una más de la familia durante las vacaciones de verano. "Tengo muchas ganas de verla, estoy muy nerviosa. Mi familia y yo estamos como locos, la vamos a llenar de mimos", continúa diciendo, siempre, con la lágrimas en los ojos.

Tras unos minutos de espera los niños llegan a la sala donde miran sin parar a ver si encuentran a los que serán su familia durante estas vacaciones de verano. Estos niños, que vienen de un camapamento de refugiados en la zona argelina de Tindouf, una de las zonas más inhóspitas del desierto del Sahara, necesitan el amor y el cariño que todas estas familias les van a dar estos dos meses.

En Zamora van a encontrar el cariño y el ciudado que necesitan, y todo gracias a estas familas que cada año se comprometen a ayudar a los niños saharauis. Ademas, van a recibir revisiones médicas y una alimentación adecuada de la que carece los camapementos de Tindouf. Estos niños necesitan sentirse queridos, y aquí lo van a encontrar, porque el corazón de los zamoranos nunca se va de vacaciones.