"La mejor exposición que ha acogido Zamora". Así de rotundo se manifestaba el alcalde Francisco Guarido en las redes sociales tras la inauguración de "León Felipe: ¿Quién soy yo?", la muestra que recorre la vida de León Felipe en el cincuentenario de su fallecimiento (1884-1968). Durante la primera visita, los responsables de las entidades organizadoras -Fundación León Felipe y Acción Cultural- de las instituciones colaboradoras -Junta de Castilla y León y Ayuntamiento- recorrieron junto a los familiares del poeta los cinco capítulos que estructuran la sala de exposiciones temporales del Museo Etnográfico, donde permanecerá hasta el 30 de septiembre. En un discurso trabajado sobre la vida de León Felipe, pero también a través de la metáfora, merece la pena tomar tiempo para reflexionar sobre cada una de estas estaciones.

La primera que recorrerá el visitante recibe el título "En búsqueda de León". Y es que antes que poeta, Felipe Camino Galicia fue el hijo del notario de Tábara, el niño que se trasladó a Sequeros (Salamanca) junto a su familia antes de cumplir los tres años, y de ahí a Santander, donde se asentaría definitivamente. El capítulo narra la evolución, la juventud, de Felipe Camino, el hombre que soñó ser actor, pero no llegaría a conseguirlo. De su paso por Santander figuran fotografías de la época de la calle San Francisco, en la capital cántabra, o de la cárcel de Santa María Egipciaca, prisión en la que sería recluido tras no hacer frente a las deudas generadas por su farmacia.

Farmacéutico, a su pesar

Y es que Felipe nunca quiso ser farmacéutico, aunque finalmente acabaría ejerciendo en diferentes provincias. Quiso ser actor. En Madrid descubrió el Hamlet de Shakespeare -hecho que se refuerza con la portada de la revista El Teatro- cuando no pasaba las horas muertas admirando las pinturas de Velázquez, de Goya o de El Greco. Una antigua imagen del interior del Prado nos lleva a ese momento.

Pero la exhibición juega también con la metáfora y con sus versos. El fragmento "¡Oh, esa niña!" Hace un alto en mi ventana/ siempre y se queda a los cristales pegada/ como si fuera una estampa" se representa con una de las mejores fotografías de la muestra, donde, en efecto, los "mirones" del escaparate de una joyería muestran de forma magistral esa idea, tras el objetivo de Juan Guzmán (1952), una imagen concedida en préstamo por la Fundación Televisa de México.

Junto a la imagen a gran escala de la lámina "Don Quijote encarcelado" de la Biblioteca Nacional -Don Quijote fue la lectura que obsesionó a Camino en la cárcel, hasta convertir al caballero de la triste figura en mito- figuran algunas instantáneas de la etapa madrileña. Una de ellas, la de su descubridor, el crítico Enrique Díez Canedo. Y también la de un auditorio clave: el Ateneo de Madrid. Allí dio lectura en 1920 a su primer libro, Versos y oraciones de caminante. La literatura había transformado a Felipe Camino en León: "Yo lo que quería era llamarme León Felipe, que me llamasen todos León Felipe. Me parecía entonces un nombre mágico que alguna vez se había escrito con lágrimas y sangre". Un dibujo de Elvira Gascón, "León Felipe en cuerpo de León", remata de manera grandilocuente este episodio fundamental. Felipe antes que León.