Como decía Gabriel García Márquez, el mundo rural no tiene quien le escriba. Los pueblos están olvidados hasta en la literatura. Excepto en la de Luis Miguel de Dios. El periodista, escritor y colaborador semanal del periódico natural de Guarrate presentó ayer en el marco del Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA su última publicación: "Tierra herida". Un libro de trece relatos que continúa la senda iniciada en su ópera prima "El llanto del trigo", con triste y real protagonismo de la despoblación y la emigración.

En esta nueva obra, Luis Miguel de Dios vuelve a echar mano de la memoria como fuente de inspiración. Y a partir de ahí, fabula. Eso sí, sin moralejas. "Los finales son para que la gente piense, no me gustan mucho las moralejas. La literatura tiene que ser verosímil", explica.

A partir de sus vivencias y de sus recuerdos de la infancia, el escritor zamorano construye trece relatos que al decir de la directora de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, Marisol López del Estal, esconden "palabras hermosas" y "hondas reflexiones". A su juicio, "es un libro que te atrapa desde la primera línea y te obliga a leer del tirón. Que te transporta a universos que creíamos perdidos (...) Que te devuelve estampas perdidas de la infancia o el reflejo de lugares comunes que compartimos". En esta nueva obra, de Dios vuelve a apostar por lo que él mismo llama "realismo mágico" rehusando del costumbrismo literario directo que sí integra pero de forma más sutil a través de recreaciones en sus trece cuentos. Un género en el que este confeso admirador de Jorge Luis Borges se desenvuelve con soltura, con historias concisas pero sentidas y diálogos cortos pero profundos para dejar constancia a través de sus páginas de "un mundo que está agonizando y que puede morir en cualquier momento", advierte.

De hecho, su labor como guardián del mundo rural a través de la palabra le ha valido el Premio Comunicación 2018 de la Fundación de Estudios Rurales. Un galardón que recibe con orgullo. "El pueblo no es ese lugar físico al que vas los fines de semana o al que vas de vez en cuando sino que es otra cosa, es un estado mental, una forma de enfrentarte y de estar ante la vida. Tienen un componente casi sagrado, casi místico, sentimental. No ve la vida ni se mide ante ella igual un niño que ha visto nacer un choto a los siete años que uno que ha visto su primer pollo colgado de una pollería o la leche saliendo del tetrabik del frigorífico", ejemplifica.

En relación a ese misticismo al que alude, el nuevo volumen incluye tres cuentos que escapan de la tónica de los otros diez, partiendo de tres leyendas versadas en los Carochos de Riofrío de Aliste, en una anécdota personal en Toro y en la corona de flores arrojada al río Duero tras la muerte de Claudio Rodríguez. "Estaba de guardia haciendo los boletines de Radio 5 y cuando di la noticia me llamó mucho la atención: ¿Qué pasaría con la corona, adónde iría, qué pasaría con ella?".

Su colega de profesión Gustavo Martín Garzo, con quien compartía "charlas de lo divino y de lo humano" en torno a un vaso de vino en Valladolid prologa "Tierra herida". Relatos narrados por el articulista zamorano con una "sensibilidad extraordinaria" hacia el mundo rural, en palabras del arquitecto Francisco Somoza, que enaltecen valores derivados de los pequeños núcleos como la amistad, el amor, la complicidad o la naturaleza, ahora perdidos en esa profunda herida tan difícil de cicatrizar. "Cada domingo nos cabe el honor de contar con su pluma ágil, muchas veces mordaz y siempre con la verdad por delante. Luismi suelta la verdad sin miedo a quedarse sin ella, aunque escueza. Pero bueno, de niños nos decían que cuando las heridas escocían es que estaban curando", reflexiona López del Estal.