La Virgen de la Guía es "plana" por la espalda, tiene sin tallar la parte posterior porque habitualmente está colocada sobre una peana volada, es decir, apoyada en la pared. Se trata por tanto de una imagen de las denominadas "de chuleta". Es una de las particularidades de la patrona de la margen izquierda que ayer, como todos los 1 de mayo, cubrió el recorrido de la procesión desde la iglesia del Santo Sepulcro, un preciado y precioso templo que luce con todo su esplendor después de la restauración de Zamora Románica hasta el Puente de Piedra.

Dos misas se celebraron en la iglesia en la mañana de ayer, la mayor presidida por el obispo de la diócesis, Gregorio Martínez Sacristán que devolvía la presencia de un prelado en la fiesta, ya que la última visita había sido la del obispo Uriarte (ya ha llovido desde entonces). Acompañado por los párrocos de San Frontis y su secretario particular, el obispo no solo ofició la misa sino que participo también en la procesión que partía cuando la imagen mariana salió del templo a los sones del himno nacional, interpretados por el humilde sonido de la flauta y el tamboril.

Eran precisamente los cinco tamborileros los que abrían el desfile: Francisco Codesal, Heriberto Anglés, Feliciano Prieto, Ana Esteban y Gabriel Méndez, a los que seguía la cruz de guía y los pendones y estandartes de la hermandad que preside Javier Riego. En torno a 200 personas acompañaron a la patrona de la margen izquierda calle abajo hasta Cabañales (sonaron las campanas del convento de las Dominicas Dueñas al paso de la comitiva), para llegar hasta la embocadura del Puente de Piedra, cuyas antiguas torres y los actuales arcos inspiran la decoración de la mesa sobre la que ocho cargadores portan a la imagen mariana.

El paso cumple con la reverencia a la entrada del puente, en el lugar que ocupaba, en un camarín, la imagen de la Virgen de la Guía. La veneración de la imagen tiene mucha solera, ya que data el siglo XVII y también es añeja la actual cofradía fundada seguramente en la segunda mitad del siglo XIX, después del traslado definitivo de la imagen mariana a la iglesia. Se conserva un reglamento de 1925.

Una vez de regreso a la iglesia del Sepulcro en la plaza comienza la parte más festiva, con la actuación del grupo de Danzas Doña Urraca, la degustación de las viandas del refresco y el sorteo de dos jamones, a los que tenían acceso los que adquirieron las papeletas para la rifa, una forma de ayudar económicamente a la cofradía, que este año ha subido la cuota de los más de 400 hermanos de dos a tres euros. Un año más se cumplió la tradición.