Nació en Cuba, pero de cubana solo tiene el primer año que vivió en la isla. Eso y las habaneras que su padre le cantaba en las duras jornadas de trilla, canciones que recuerda todavía. Juliana Carrasco tiene una memoria y una vitalidad envidiables a sus 87 años. "¿Debo decir que tengo 88, que los voy a cumplir dentro de nada?", pregunta. Juliana cierra este pequeño -pero entrañable- recorrido por las canciones navideñas que se entonan durante estas fiestas. Aunque su caso es singular, porque esta vecina de Fuentesaúco nunca tuvo el hábito de cantar. "Fue al cumplir los 65, cuando en los viajes con otras personas le dio por empezar a cantar", explican sus familiares.

El caso es que Juliana nació en la provincia de Camagüey en 1930. Su padre y otra decena de vecinos de Fuentesaúco habían emigrado a Cuba, aunque la mayoría no regresó de la isla porque "nunca tuvieron el dinero suficiente como para comprar el pasaje del barco", rememora. Con el tiempo vino un tío suyo y, después, más primos. Pero "yo nunca regresé a Cuba".

En Fuentesaúco, la familia Carrasco -formada por ocho miembros- creció siendo testigo de las desigualdades entre las marcadas clases sociales: los adinerados y los que no. Unas diferencias que se agrandaban cuando llegaba el tiempo de Navidad. "El día de Nochebuena mi madre ponía unas judías blancas con un cacho de chorizo. Y de "colación", unas castañas cocidas". No había para más.

Tampoco había "posibles" para enviar la carta a los Reyes Magos y que hubiera una respuesta satisfactoria. A falta de todo eso, solo quedaba pedir el aguinaldo por el pueblo y soñar, conservar la "ilusión".

La Navidad en el Fuentesaúco de hace ocho décadas se vivía, fundamentalmente, en la iglesia, donde se montaba el belén y se cantaban villancicos. Allí es donde los escuchaba una Juliana niña, porque "mi madre nunca cantó y mi padre solo cantaba habaneras que había aprendido en Cuba".

Así que la sensación de carestía se agrandaba en estas fechas. "No teníamos ni agua corriente ni lavadora", rememora con pesar Juliana. "Ahora tenemos lavadora, nevera, microondas? Pero vamos, como digo yo en estas fiestas, ni tanto ni tan calvo, porque ahora eso de comprar es demasiado", aprecia la vecina.

Arropada por su familia en una vivienda de generosas proporciones en Fuentesaúco, Juliana entona una canción sobre el Niño Jesús. Sus hijos y nietos la observan con expectación y cariño. Es una voz tardía que rescata un duro pasado, ese cuando se hacía la matanza y "se guardaba el jamón para comprar el año del año siguiente".