"Para que no le pase a otra mujer y que se haga justicia", eso fue lo que movió a la primera mujer que denunció por abuso sexual al director del establecimiento de tratamientos de salud alternativos de la provincia, de iniciales A.A.M., durante el "Masaje de la Diosa" o "masaje de autor" que recibieron el 6 de agosto de 2015. El mismo modus operandi que, en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial, describió otra de las mujeres, también integrante de la Escuela de Leonard Orr que participó ese verano en el curso de Rebirthing y que se había dado el masaje en dos ocasiones anteriores. "El primer año no pasó nada, me lo di con braga, me dijo que para su masaje había que ir así, era mejor sin ropa interior, pero fue correctísimo. Me tapaba con la toalla constantemente y fue estupendo, la prueba es que repetí".

El segundo masaje "fue diferente", relata la mujer, "llegué solo con el albornoz y él se acercó muchísimo a mí, con su cuerpo a poca distancia del mío, me resultó violento y pensé "que no me toque, espero que esto que no vaya a más", sucedió algo que no me agradó". Ese "algo", que ante la Guardia Civil concretó como un abuso sexual, "el masaje terminó cuando introdujo sus dedos en mi vagina", le costó reproducirlo este lunes en la segunda sesión de la vista oral. Fue preciso leer la declaración que había hecho para que se ratificara en su contenido, un contenido que "se repasó antes de que firmara la declaración", concretó ante los magistrados del Tribunal provincial, para admitir que ocurrió como lo contó. "Tenía que tratar de asimilarlo y transformarlo en positivo", llegó a indicar durante su declaración", en referencia a lo que había vivido durante el masaje.

La testigo, llamada a petición de la acusación pública, una de las responsables de los dos cursos de Rebirthing desarrollados en el centro de spa de Zamora con anterioridad a 2015 y que en ese último fue la asistente del mismo y encargada de la sala de meditación y de los ejercicios de respiración. Su relación con el acusado se vio afectada tras ese segundo masaje que no volvió a repetir aunque el imputado "sí me dijo que me diera un masaje" ese agosto de 2015. Cuando ella le contestó que no, "me dijo que a mí no me haría daño nunca". Contó también que tras esta negativa, una noche en la que los alumnos se encontraban fuera del edificio, en torno a hogueras en las que practicaban ejercicios de respiración circular, el acusado salió de su vivienda para pedirles que bajaran el tono de la voz y se dirigió a ella, "puso su mano en mi pelo, me tiró de ellos, pero paró al darse cuenta de lo que estaba haciendo y se marchó", lo que la Fiscalía interpretó como una actitud agresiva por la negativa de la mujer a darse un nuevo masaje con él.

La mujer confirmó que las dos denunciantes y alumnas del curso le contaron los abusos sexuales, una que el procesado "le había penetrado en el masaje con el pene"; la otra, con los dedos, y que las dos "estaban muy tristes y muy dolidas".