T rump ganó, ganó el discurso del odio y la división. Perdió el pueblo norteamericano. Perdió el mundo. Perdió el voto popular -tuvo más votos Hillary Clinton-.

Decepción, desolación, rabia, tristeza, desesperanza... Estos son algunos de los sentimientos que permanecen en mí cada día, después del triunfo de Trump en las elecciones de Estados Unidos.

Su discurso durante la campaña de año y medio ha insultado a la comunidad hispana -aunque usara el término mejicanos- como criminales y violadores; a mujeres, musulmanes, personas de diferente orientación sexual y un etcétera largo.

Prometió con generalidades en sus discursos la "gloria" para el pueblo norteamericano, incluyendo la deportación inmediata de los inmigrantes indocumentados, más de diez millones.

En nuestra escuela de Evergreen algunos estudiantes nos dijeron que tenían miedo de la deportación de sus padres. El sábado antes de las elecciones, un participante hispano de sexto grado, en nuestro Programa Cultural del Sábado, nos informó que fue acusado por un compañero "blanco" en la escuela pública de ser inmigrante criminal.

El racismo ha aumentado con el discurso racista del presidente elegido. Racismo latente en blancos anglosajones estadounidenses que el señor Trump ha utilizado para conseguir votos.

Olvidémonos de progresar hacia un mundo que respete nuestro planeta y la disminución de la contaminación. El señor Trump no cree en el calentamiento atmosférico. Cree en el carbón y en el petróleo, no en nuevas energías no contaminantes. Tendrá la oportunidad de nombrar un candidato para el Tribunal Supremo con grandes consecuencias para generaciones venideras.

Me preocupan las consecuencias humanas con su triunfo que incluye todo lo anterior y otros asuntos, como el sistema de salud pública que el nuevo presidente va a apoyar, ya que quiere eliminar el único que hay, aprobado hace pocos años, llamado "Obamacare".

Estoy y estamos millones y millones de personas viviendo momentos no solo de dolor por las consecuencias ya mencionadas, sino también por lo que significa su triunfo para varias generaciones.

Nuestra sociedad está totalmente dividida, hay heridas que nos dividen profundamente a unos y otros. Palabras de unidad que escuchamos pero no las creemos. Como decía mi madre Piedad, natural de Tapioles: "las palabras se las lleva el viento, acciones es lo que cuenta".

Deseo lo mejor para el pueblo norteamericano y espero que no se lleve a cabo todo lo que afecte negativamente a la convivencia respetuosa, basada en la dignidad y derechos de todos y cada uno de los que vivimos en este país. Tengo, sin embargo, el sentimiento de que vamos a pasar cuatro años de grandes conflictos y enfrentamientos en la sociedad y gobierno. Espero estar equivocado.

La lucha por un mundo más humano continúa. Saludos y paz para todos.