Hace un siglo la pluma de Antonio Machado escribía su célebre poema «El mañana efímero», donde aludía a «la España de charanga y pandereta...». El término acuñado en 1913 por el literato de la Generación del 98 se hace hoy más presente que nunca a raíz de los últimos acontecimientos que han dejado en evidencia al país. El desgobierno de España, la tercera vuelta a las urnas en un mismo año, la guerra socialista que explotó hace unos días y la permanente fuga de cerebros que sufren los jóvenes hacen que España se gane a pulso esta expresión ya centenaria.

Sin embargo, a los zamoranos no les parece bien la imagen que el país proyecta al resto de naciones y apuntan directos a «los únicos culpalbes: nuestros políticos, que en lugar de mirar por el desarrollo del país solo miran para sí mismos, sus intereses y sus ansias de poder», coinciden en esgrimir los zamoranos encuestados.

La corrupción y «la ineficacia que a veces demuestran las administraciones públicas» se han ganado a pulso la antipatía de los zamoranos, molestos porque «a veces nos ganamos con creces esa coletilla del país de pandereta que a ninguno nos gusta pero que todos utilizamos en algún momento para referirnos a nosotros mismos». Sin embargo, hay quienes son muy reacios a asumir ese sambenito: «España es un país maravilloso y sinvergüenzas hay en todos los sitios, lo que pasa es que ellos lo saben tapar mejor», apunta otro de los encuestados. El carácter alegre «y acogedor» del español, el emprendedurismo de los jóvenes e incluso la «excelente formación de nuestros universitarios» luchan contra ese mito «que no debemos resignarnos a asumir». En este sentido, esa «marca España» ofende a algunos zamoranos, para quienes «esto no es más que un tópico antiguo sin mayor fundamento porque somos un país moderno, competente y en igualdad de condiciones con respecto a grandes nacionales de otros puntos del mundo», plantean. Otros, por el contrario, admiten que «nos lo hemos ganado a pulso pero no la sociedad en general, al menos no en su mayoría, sino esta panda de políticos que nos ha tocado que no hacen más que ponernos en evidencia», lamentan.

Sin embargo, en todos los casos, los zamoranos coinciden en una coletilla: «Lo que no pase aquí...». Y no se refieren solo a España sino que van más allá y particularizan en Zamora, «donde han ocurrido casos surrealistas, el último, el del pastor de Valderrey», comenta un zamorano conforme con la etiqueta.