La vacuna de la meningitis B, que se puede adquirir en las farmacias desde el pasado uno de octubre, se ha convertido en un preciado bien para los potenciales compradores. La causa es que, según asegura José Espinosa -presidente del Colegio de Farmacéuticos de Zamora- "hay un desabastecimiento generalizado" en las farmacias de la provincia. La enfermedad es poco frecuente -0,12 casos por cada cien mil habitantes en Castilla y León según las últimas estadísticas-, pero es extremadamente grave y de declaración obligatoria según la normativa sanitaria. Es por eso que quienes buscan la vacuna, fundamentalmente padres puesto que la enfermedad afecta principalmente a niños y adolescentes, pueden llegar a sufrir verdaderos quebraderos de cabeza para hacerse con la vacuna.

Espinosa asegura que el laboratorio, GlaxoSmithKline (GSK) "no nos sirve las dosis que pedimos". La explicación fundamental, algo que ya intuían los farmacéuticos y que confirma el propio laboratorio, es que la demanda ha sido mucho mayor de la esperada. Eso sí, en ningún caso hay problemas en la fabricación, solo en la distribución de las vacunas. "Hemos comprobado, hablando con distintos farmacéuticos, que el suministro de las vacunas está muy complicado", apunta Espinosa, "y vemos que las cantidades que se mandan son pequeñas y en muchos casos insuficientes para la demanda" que se ha registrado. El presidente del Colegio de Farmacéuticos recuerda que, aunque la vacuna podía distribuirse a partir del día 1 de octubre, tardó más en llegar a ciertas farmacias de la provincia.

Se trata, recuerdan los farmacéuticos, de una vacuna cara que no todo el mundo puede permitirse. Al ser una enfermedad cuantitativamente poco relevante, las autoridades sanitarias se muestran remisas a incluirla en el calendario oficial de vacunación, algo que notan los bolsillos de los padres. Son cuatro dosis a un precio superior a los cien euros por dosis, lo que eleva a más de cuatrocientos euros el coste total del tratamiento.

El periodo de incubación de la enfermedad varía entre los dos días y los diez. Puede transmitirse de forma aérea o a través de los fluidos corporales como saliva o al estornudar. Los primeros síntomas suelen ser la fiebre, el dolor de cabeza y los vómitos.