"Con fuerza, deseando tirar para delante". Este zamorano de 52 años, en paro, afronta el futuro con la esperanza de reincorporarse a la sociedad de la mano de un trabajo, "esa es la mayor dificultad", explica. Su máxima obsesión. Porque de ello depende que pueda recuperar su independencia económica. La misma que perdiera cuando un traspiés le condujo a la cárcel por un delito menor, a pesar de que "nunca antes había tenido ningún problema".

Cumplida su corta condena y después de "toda una vida" dedicado a la agricultura y la ganadería, "trabajando siempre", Miguel (nombre ficticio) vuelve a la calle con 420 euros mensuales. Un subsidio que no le permitiría sobrevivir a no ser por la ayuda que le presta la Asociación para el Desarrollo Social de Zamora (ADES), creada en 2001. El Programa de Acogida de Personas sin Recursos, que subvenciona la Obra Social de "la Caixa" (de la oficina de Santa Clara), le proporciona un piso en el que poder alojarse a coste cero. Una vivienda, de cuatro dormitorios, cocina, dos cuartos de baño y un salón, que comparte con otras personas en situación de exclusión social, todas ellas abocadas a la calle si no dispusieran de esta alternativa, explica el responsable de ADES, Patricio Alonso.

La vuelta a la vida hace más de un año no ha sido fácil para Miguel, que "lo perdí todo, a mi pareja y mi trabajo". Toparse con ADES ha sido casi un milagro, "estoy encantado", un importante alivio, "hemos cumplido: yo me porto bien y ellos también". Y es que desde la Asociación no solo se le cubre el servicio de alojamiento, sino que se le ayuda a encontrar trabajo.

De hecho, ya pasó una entrevista para volver al sector terciario como asalariado, ahora "estoy esperando a ver si a ellos les viene bien y me llaman". Parece que la suerte vuelve a sonreírle, "ya hay varias personas interesadas en darme un empleo, pero de momento tienen que ver si pueden meter a una persona más, a ver si se deciden a contratarme...". Patricio Alonso puntualiza: "La gran mayoría de los casos de exclusión social están unidos a la pérdida del trabajo".

Y la espera para conseguir un empleo se hace larga. El tiempo corre deprisa. Su estancia en el piso de acogida no puede prolongarse más allá de tres meses. El acuerdo con ADES se renueva semana a semana, una norma que garantiza el compromiso de los beneficiarios a implicarse en la buena autogestión de la convivencia con el resto de las personas que ocupan el piso.

Sin embargo, la mayoría de los usuarios suele usar este servicio un mes, "mientras consiguen trabajo o ayudas" para poder rehacer su vida. Miguel ha compartido "con varias personas" el piso, una experiencia que no ha sido mala. "Nos comportamos como compañeros, cada uno hace lo que puede, nos ayudamos todos, no es muy difícil" adaptarse, "lo he sabido llevar, hemos salido para adelante", agrega.

Todo aquel que llega a esta casa, ubicada en una zona céntrica de la capital, sabe que existen "una reglas de convivencia que debe cumplir, firma un acuerdo de uso de la habitación" que se le asigna, un contrato que "se renueva semana a semana", como se ha dicho, y que "no puede ir más allá de los tres meses", añade Patricio Alonso.

Desde la ADES se apuesta por "la autogestión", si bien "siempre hay un tutor del piso que continuamente está pendiente" de quienes integran el programa, "que también tienen nuestro teléfono" para intervenir si surge cualquier urgencia o situación imprevista.

Por este servicio han pasado "personas que se han quedado en la calle", que literalmente vivían sin un lugar en el que refugiarse. La Asociación las ha acogido y las ha podido dar un techo bajo el que resguardarse hasta que vengan mejor dadas.

Desde que el piso de acogida comenzara a funcionar a primeros de año, "han pasado por él ocho personas" y la perspectiva es poder ayudar a muchas más, como ya hiciera ADES en las dos anteriores fases del programa, entre 2010 y 2013. La grave situación en la que se han visto sumidos muchos zamoranos desde que comenzara la crisis ha empujado a la Asociación a volver a poner en marcha esta iniciativa. Miguel se siente más que agradecido por poder contar con un hogar, aunque sea provisional, en el que sentirse seguro para poder perseguir otra oportunidad.