Producir hipotermia, es decir, bajar la temperatura del bebé de forma controlada hasta los 33-34 grados reduce el porcentaje de recién nacidos con asfixia o falta de riego cerebral que muere o sufre secuelas graves, señalaron ayer en Zamora los doctores Alfredo García-Alix y Juan Arnáez, en la primera jornada del XVIII Curso de Excelencia en Pediatría que se celebra en el Campus Viriato, organizado por la Sociedad de Pediatría de Castilla y León , en colaboración con Sacyl e inaugurado ayer por la alcaldesa, Rosa Valdeón y el gerente del Complejo Asistencial, Francisco Javier Montes.

En Castilla y León la técnica se practica ya en cinco hospitales: empezó en Burgos y el Río Hortega de Valladolid, luego se unió el Clínico de la capital regional y finalmente la aplicaron León y Salamanca, éste último centro de referencia para tratar a los neonatos de Zamora que lo necesitan. "Hay una buena cobertura en la Comunidad de neuroprotección con hipotermia", señala El doctor Arnáez, del Hospital Universitario de Burgos.

Roturas de útero, desprendimiento de placenta súbito o que parte de la sangre del bebé pase a la madre son algunas de las causas más frecuentes de la falta de llegada de oxígeno al cerebro del recién nacido, que produce lo que se conoce como encefalopatía hipóxico-isquémica neonatal, con una incidencia de un caso por cada mil alumbramientos, según el trabajo realizado por el propio Arnáez. "Lo esencial es que una vez que tiene lugar la agresión, hasta que se ponen en marcha los mecanismos que conducen a la muerte de las neuronas y se daña el cerebro hay un periodo de tiempo, en "stand by" en el que una intervención terapéutica a lo mejor impide que se pongan en marcha esos mecanismos que conducen a la muerte", explica García-Alix, del hospital San Juan de Déu y profesor de la Universidad de Barcelona.

Uno de cada siete niños que se trata con hipotermia se salva de la muerte o un daño cerebral con discapacidad permanente: "Puede parecer poco, pero la mayoría de los fármacos no alcanzan esta tasa de éxito". Es ahora mismo no sólo la técnica más barata, sino la de ofrece mejores resultados.

Esta técnica se descubrió gracias a observaciones como las de los ahogamientos. Casos de personas ahogadas "en la piscina de agua fría o en el mar. Parecía que estaba muerto, pero se le reanimaba, se recuperaba y no le quedaba daño. Era una evidencia anecdótica, pero muy potente, una anécdota repetida". También se observó que en operaciones de cirugía cardiaca a niños, con una máquina extracorpórea impulsando la sangre, se producía una hipotermia y, aunque el corazón se parara incluso durante minutos "no les pasaba absolutamente nada". De esta idea, demostrada después en modelos animales, partió el tratamiento de los casos de asfixia del bebé mediante la aplicación de la hipotermia. La aparición de nuevos fármacos podría además mejorar las posibilidades de curación.