José María Sadia

¿Qué ruta utilizaban los ancestros para viajar desde León a Ciudad Rodrigo en el siglo XIII? La respuesta es sencilla si se tiene en cuenta que en plena Edad Media, los caminos eran limitados y convenía utilizar las vías principales por ser las más seguras. Y más fácil es aún si tomamos un mapa de entonces, cuando aparece un trazado que vertebra la península de norte a sur: la Vía de la Plata. El personaje que unió aquellas dos importantes localidades medievales en 1214 fue san Francisco de Asís, quien dejó su Italia natal para peregrinar hasta Santiago y curar su crisis de fe. Diversos municipios españoles conmemoran ahora, ocho siglos más tarde, aquel viaje que sirvió para impulsar en nuestro país la presencia de los franciscanos a través de casas y monasterios. A ellos debe sumarse Zamora, donde la impronta de la orden fue importante. Y en alguna medida, por el paso del santo de Asís por estas tierras a través del camino de la Plata.

El impulsor del belenismo "experimenta una crisis espiritual y decide realizar el camino hacia Santiago y participar en la Reconquista", explica Francisco Iglesias, presidente de La Morana, que en septiembre viajará a Asís para honrar al santo. "Una vez aquí, recorre diversos lugares de la península: se sabe que llega a Santiago donde es testigo de una revelación del apóstol y esto impulsa la presencia de la orden franciscana en España por medio de la creación de monasterios", precisa.

Su periplo por la España de 1214 le llega a recorrer enclaves como Sahagún, León o Burgos. "Para ir de León a Ciudad Rodrigo hay que caminar por la Vía de la Plata, una de las principales redes de comunicación. Máxime en una época donde los trazados no permitían atajos y había que utilizar las vías comerciales, las más transitadas", expone Francisco Iglesias. El santo de Asís tuvo un encuentro incluso con el monarca zamorano Fernando III, el rey que unió los reinos de Castilla y de León.

Transcurridos ocho siglos, las ciudades visitadas por san Francisco rememoran su presencia con encuentros y exposiciones, como ocurre en la Catedral de Santiago de Compostela o la de Ciudad Rodrigo. Honran aquel viaje porque permitió expandir la influencia de la orden y su figura fue capital en el impulso de manifestaciones populares como la Pasión o el belenismo. "De no ser por san Francisco y su orden, España no tendría la Semana Santa actual. Utiliza estas representaciones como una forma de llegar al pueblo, que entonces no sabía latín ni entendía la misa", apunta Francisco Iglesias, quien añade que "con esos teatrillos, convierte el evangelio en algo más cercano, visual y plástico pese a que estaba mal visto por la Iglesia".

Esta fue la razón por la que el papa Juan Pablo II declaró a san Francisco patrón de las asociaciones belenistas. "El santo viene a impulsar una tradición que ya existía con la representación de un belén viviente en una gruta de Asís. Allí se supone que los presentes asisten a un milagro al ver al Niño Jesús en la cuna, que estaba vacía", explica el responsable de La Morana.

Con ocho siglos de distancia, la figura del santo de Asís sigue siendo controvertida. "El comportamiento del actual papa recuerda la sencillez y humildad de san Francisco, pero es un personaje difícil", explica Iglesias, quien apunta que, no en vano, el mensaje radical de "búsqueda de lo esencial tras dejarlo todo atrás" fue en su tiempo una amenaza para las órdenes que veían en el poder un sustento vital al que agarrarse. Su ejemplo sigue en pie aún en la ciudad con los dos conventos de monjas clarisas -Las Claras y el Corpus Christi-, la rama femenina de la orden".

La impronta del santo de Asís en la provincia ha tenido una importancia histórica clave, tanto en forma de monasterios y conventos, como en el impulso de tradiciones que Zamora ha sabido salvaguardar. En la capital, la construcción de la Fundación Rei Afonso Henriques ha enmascarado las ruinas del antiguo convento franciscano. Mientras esta orden y la de los dominicos dejó la ciudad, sí que han permanecido las integrantes de la rama femenina, las monjas clarisas, en los conventos de Las Claras y el Corpus Christi.

En el lado de las representaciones religiosas, el san Francisco impulsó de manera decisiva los ciclos navideños y de la Pasión, fórmulas que no eran bien vistas por la Iglesia, pero toleradas al tratarse de una herramienta para difundir de una manera sencilla -al estilo del propio santo- el evangelio, encriptado por la dificultad de la lengua latina en la misa. En Zamora, también cabe destacar la fundación de la Real Cofradía de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, de firma franciscana. Una forma de representar la llegada de Jesús a Jerusalén y el inicio de la Pasión.