Los argumentos que el arquitecto segoviano José Miguel Merino de Cáceres emplea para establecer que el claustro de Palamós es una copia del conjunto tardorrománico de San Juan de la Peña «no son determinantes» para expertos conocedores de la singular construcción ubicada en un pueblo de Huesca. Puntos de vista encontrados, de nuevo, certifican la complejidad de aclarar si la obra diseñada por el anticuario zamorano Ignacio Martínez es un original románico o una copia urdida a principios del siglo XX, si se trata del conjunto desmontado en el XVIII en la Catedral Vieja de Salamanca o si solo reutilizó algunos capiteles almacenados en el templo sobre una arquitectura de nueva factura.

Aunque la similitud entre Palamós y San Juan de la Peña puede parecer evidente a ojos no ilustrados, dos expertos echan abajo las supuestas conexiones. «Los únicos paralelos entre ambos conjuntos parecen apreciarse en las chambranas (los guardapolvos) de las arcadas que van ornadas de ajedrezados y las columnitas de las enjutas», minimiza José Luis Hernando, profesor de la UNED en Zamora.

Además, «nada tienen que ver» los capiteles de uno y otro emplazamiento. «Los de Palamós -procedan de donde procedan- plantean una extraña mezcla entre modelos del primer y segundo taller del claustro de Silos, algo sumamente raro, amén de otras recetas que recordarían algunos elementos del interior de la Catedral Vieja de Salamanca y el atrio de Rebolledo de la Torre (Burgos)», añade el experto. Según desgrana Hernando, «los capiteles de San Juan de la Peña están en otra onda, vinculados con la cabecera de la Seo Vieja de Zaragoza, algunas iglesias de la comarca aragonesa de Cinco Villas, el claustro de la catedral de Tudela y tal vez con la portada de Santo Domingo de Soria y Santiago de Agüero».

El criterio de Hernando es ratificado, punto por punto, por Esther Lozano López, doctora en Historia del Arte por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, quien dedicó una parte de su tesis al original claustro de San Juan de la Peña. En efecto, la experta explica que en la escultura de ambos ejemplos «no hay ninguna similitud en cuanto a estilo, proporciones ni composiciones y la técnica tampoco es similar. En San Juan de la Peña los capiteles son mayoritariamente historiados (presentan escenas narrativas), mientras que en Palamós tenemos el predominio de formas vegetales y animales, que se relacionan con los dos talleres de Silos». O dicho de otra manera, mientras en Huesca existen excelentes narraciones pétreas del Génesis o la infancia de Jesús, el claustro montado en Madrid por Martínez no describe secuencias religiosas. Asimismo, la especialista incide en el «claro paralelismo de Palamós con los dos talleres de Silos», algo que «sorprende» porque «no encontramos esto en otros lugares como no encontramos muchas otras cosas en otros».

En cuanto a los «ajedrezados» de los arcos, muy reconocibles en los dos conjuntos, Esther Lozano indica que este diseño «lo comparten muchos de los claustros tardorrománicos del siglo XII y aparece en cornisas y molduras en múltiples lugares, desde Jaca (Aragón) hasta La Vall de Boi o Zamora, o incluso en Francia o Italia» por lo que este elemento «tampoco es determinante». Más singulares son las columnitas de las enjutas, aunque no únicas. Lozano las halla «en un claustro de Girona y con otras dimensiones y carácter funcional diferente, en San Pedro de Soria o en Santa María de Tudela».

Pese a la complejidad que supone este enigma, Esther Lozano «confía» en el redescubridor del conjunto, Gerardo Boto, para llevar la investigación hasta el final por ser «uno de los mayores especialistas en escultura medieval».

Después de meses de silencio, los expertos de Salamanca han dado un paso al frente para expresar sus dudas sobre el posible origen en el claustro de la Catedral Vieja de Salamanca del conjunto que hoy se encuentra en una finca privada de Palamós. El profesor de la Universidad de Salamanca Jesús Ángel Jiménez reclama un «análisis estilístico serio» de los capiteles claustro de Ignacio Martínez, una labor que «sorprendentemente aún no se ha hecho», lo que provoca que «aún estamos en pañales» en el conocimiento de las galerías.

La primera gran duda que expresa el profesor del Departamento de Historia del Arte es la ausencia de documentación histórica sobre los restos que se desmontaron en 1785 en la Catedral Vieja. «El padre Cámara (obispo de Salamanca) llevó a cabo una serie de restauraciones en 1902. Dos años más tarde, estuvo aquí el historiador Manuel Gómez-Moreno. En los años veinte, el arquitecto Ricardo García-Guereta intervino en la Torre del Gallo y otras zonas. ¿Qué ocurre entre 1785 y 1931? ¿Es que nadie vio nada?», se pregunta escéptico.

Por otro lado, Jesús Ángel Jiménez expone que la clave del origen del conjunto «está en el número de capiteles originales». «Es imposible que cuarenta capiteles se le escapen a todo el mundo, se hubieran reutilizado en la propia Catedral como las columnas romanas en la Mezquita de Córdoba», argumenta el profesor «desde un punto absolutamente académico».

Para conocer el origen verdadero de estos elementos, Jiménez pide realizar comprobar la piedra y, sobre todo, «un análisis estilístico serio». «No hay que irse a Silos o a San Juan de la Peña. Debemos comparar el claustro con templos coetáneos como San Martín. Es más fácil que el maestro de este edificio trabajara en la Catedral a que lo hiciera alguien de Silos», añade el historiador, en referencia al referente utilizado por el redescubridor del claustro en Palamós, el profesor Gerardo Boto.