«En aquellos espectáculos públicos y actividades recreativas en los que pudieran producirse concentraciones superiores a cien personas, los organizadores titulares de los establecimientos e instalaciones deberán disponer de vigilancia de seguridad». Así de tajante se muestra la legislación de espectáculos públicos de Castilla y León, que obliga a que cualquier local, discoteca o establecimiento hostelero con aforo superior al centenar de personas cuente con un vigilante de seguridad, una circunstancia que no se produce en casi ningún caso en la capital zamorana. Lo mismo ocurre con concentraciones de personas en macrofiestas, tales como la celebración del Fin de Año Universitario, las fiestas habilitadas para peñas en recintos cerrados, festejos universitarios o incluso conciertos celebrados en auditorios.

En Zamora están contabilizados en torno a 250 vigilantes de seguridad adscritos a toda la provincia. El colectivo lleva años luchando contra el intrusismos que amenaza su profesión ante la presencia de auxiliares de vigilancia o los propios porteros de discoteca, que carecen de capacidad legal para controlar el aforo o incluso permitir el acceso a un «pub». «La máxima misión de un portero es la de romper la entrada», explican los profesionales de la seguridad, ya que «solo podrían prohibir la entrada por aglomeración si un profesional de la seguridad les diera esa orden».

La existencia de cualquier persona a la puerta de un «pub» o discoteca con un chaleco o camiseta donde pueda leerse «seguridad» lleva también al engaño del usuario. «Si en un local hay, por ejemplo, un auxiliar, la gente de fuera no sabe si esa persona está capacitada o no legalmente para estar ahí, ése es el problema, porque ven un uniforme y ya ven a un vigilante», explica. En este sentido, por cada vigilante de seguridad debe haber un controlador o auxiliar cuya labor es, como su propio nombre indica, complementar la labor principal del vigilante. Ni unos ni otros tienen capacidad para detener, si bien el vigilante puede retener hasta que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad acudan al lugar del conflicto tras el oportuno aviso.

La falta de seguridad es más si se tiene en cuenta que, a pesar de que la ley exige la asistencia de un vigilante por cada cien personas, los porteros que algunos empresarios incorporan a modo de seguridad carecen de cualquier tipo de carnet o formación, e incluso ni siquiera cuenta con mínimos conocimientos de primeros auxilios, tal y como confirman algunos de jóvenes que han trabajado en la noche de Zamora o en ciudades limítrofes, donde la situación es muy similar a la de la capital.

A pesar de que la Ley ampara a los vigilantes de seguridad, la normativa «nunca se cumple porque parece que tiene que ocurrir una desgracia como en el Madrid Arena para que se tomen medidas», apunta uno de los profesionales, consciente de la situación real que sufre el gremio. En este sentido, el colectivo reflexiona sobre el hecho de que «las medidas preventivas hay que tomarlas antes para que tengan efecto, después ya no hay nada que hacer», lamentan. La sombra del Madrid Arena sigue haciendo mella en la sociedad hasta el punto que muchas instituciones públicas han extremado las precauciones ante la celebración de fiestas que competen de alguna manera a los ayuntamientos. En el caso de Zamora, las inspecciones policiales vigilarán durante la próxima Nochevieja que los aforos de los locales se cumplan, labor de la que se ocupará la Policía Municipal. No obstante, el concejal del área puntualiza que este tipo de controles «se hacen de manera habitual con independencia de que sea o no Fin de Año». No obstante, las posibilidades de sobrepasar el aforo en un «pub» o discoteca aumentan en momentos como Nochevieja, cuando cualquier joven zamorano ha vivido la experiencia de haber empezado el año en un establecimiento con aglomeración de personal e incluso con problemas a la hora de la devolución de sus abrigos o chaquetas del servicio del ropero.