El director general de Salud Pública indicó que la única solución para los pueblos con problemas de potabilidad del agua es «poner un agua nueva». Explicó que el agua del grifo de los pueblos tiene unas características según las condiciones geológicas del terreno y es «la que se ha estado bebiendo toda la vida». Pero «al subir los estándares de calidad y protección de la salud las normativas» bajan los niveles máximos permitidos de algunos compuestos. «Si hasta hace cinco años teníamos 50 microgramos de arsénico y la Unión Europea baja de 50 a 10, los que estábamos entre 10 y 50 estamos fuera de la norma, aunque el agua siga siendo la misma». Por tanto la única solución es «poner un agua nueva, porque la composición geológica del terreno te da esa composición, y unas tendrán más sulfatos, o fosfatos. La alternativa es muy sencilla, hacer una nueva captación o hacer una traída nueva de agua», lo que puede ser un problema de inversión, pero no de salud pública. Y si no se puede, «de momento habrá que traerla en cisterna». La sobreexplotación de los acuíferos y la bajada del nivel del agua puede influir en algunos de estos contaminantes, como el arsénico. «La solución es técnica. Si me permiten la broma, traer un iceberg del polo. Quiero decir que el agua es la que se ha bebido toda la vida, y si no cumple nos nuevos estándares de calidad establecida, la única solución» son los camiones cisterna o conseguir agua potable de otro sitio.