Los exámenes de septiembre comenzaron ayer de manera simultánea al final de las clases particulares impartidas durante el verano, una demanda que se incrementa en la segunda quincena de agosto por aquellos alumnos que «tienen prisa por aprobar de forma rápida y estudiando poco», tal y como explica una de las profesoras que trabaja en una academia de la capital.

Otra profesora, María José Sotillo dice que «si pueden sacarlo en quince días mejor que en dos meses»

Con respecto a los ciclos de donde proceden más alulmnos «los de Bachillerato y los que se van a presentar a Selectividad son los que más recurren a ayuda fuera del aula», dice Oti Gallego.

En la Educación Secundaria Obligatoria «ha descendido el número de matriculados en clases particulares desde que se permite pasar de curso con suspensos», apunta María José Sotillo.

La gente que está estudiando alguna carrera son el menor porcentaje de alumnos durante el verano, pues acuden en mayor medida durante el curso académico.

Durante esta primera quincena de septiembre apenas se imparten clases particulares, sino que se dedica más «a los últimos repasos a grupos específicos, especialmente de la gente que va a hacer la prueba de acceso a la Universidad», comenta Idoia Pérez.

Ana María de Toro describe que «generalmente los zamoranos son previsores, pero también es verdad que hay muchos grupos que esperan al mes de agosto para apuntarse» y, a continuación, añade: «Sin embargo, los aprobados no sólo tienen que ver con las clases que nosotros les demos, sino que también dependen de si el alumno estudia en casa». El gasto es mensual y los materiales que usan son los libros de texto del colegio y los ejercicios adicionales que les dan en estas aulas con grupos reducidos.

Tanto profesores como estudiantes aseguran que ir a clases particulares durante el verano «se nota». José Molinero es docente en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús. Imparte en el primer ciclo de la ESO ciencias sociales y tecnología. «Solicitan ayuda extra sobre todo para la segunda asignatura y luego en los exámenes se detecta en seguida quiénes han ido a aulas particulares». Una de las escolares, Elisa Sánchez, nada más salir de su primer examen (el cual lleva preparando desde el mes de julio) corrobora que la enseñanza que ha pagado durante dos meses «me ha ayudado bastante». Está cursando primero de Bachillerato y el mayor problema que encuentra es que «las recuperaciones están demasiado juntas. A mí me han quedado cinco asignaturas, hoy (por ayer) tengo cuatro exámenes a lo largo de la mañana y de la tarde y al día siguiente sólo tengo que hacer uno».

Carmen Hidalgo alecciona en un colegio concertado de la capital sobre matemáticas y economía en la ESO y en Bachillerato; y dice que «a los que le quedan dos o tres asignaturas les suele ir mejor que a los que les quedan muchas porque estos últimos no suelen hacer nada ni en el curso ni durante el verano». Dos alumnos de 2º de la ESO que tienen asignaturas pendientes en septiembre escenifican esta realidad: a Víctor Avedillo le han quedado seis y no se ha apuntado a clases particulares de ninguna materia.

En contraposición, Álvaro Cifuentes tiene tres suspensos y se ha contratado apoyo para dos de las materias: matemáticas y sociales. Después de ir a las clases de apoyo asegura que se siente «más preparado».

Algunos alumnos vuelven por la academia para compartir con sus profesores de verano los éxitos en los exámenes de septiembre, mientras que los que suspenden no suelen volver hasta el inicio del curso, en el que continúan con las clases particulares.