Zamora se convierte, dicen, en centro de peregrinación de los Adoradores Nocturnos de España -son unos 28.000-, que acuden a la tumba de su fundador, Luis de Trelles, ubicada en una nave de la Catedral, para honrar su memoria. Dos centenares de seguidores de aquel jurista y político -son catedráticos y funcionarios, profesores e industriales-, que promueven su beatificación, visitaron este fin de semana la capital zamorana. Una eucaristía en la iglesia arciprestal de san Ildefonso y una posterior visita turística a la ciudad (el convento del Corpus Christi, con la Virgen del Tránsito, fue uno de los monumentos que llamó más su atención) y al templo visigótico de San Pedro de la Nave, salvado de las aguas (se deshacían en elogios), ocuparon la mañana del domingo. El encuentro finalizó con una comida de hermandad, con la presencia de representantes de Galicia, Madrid, Asturias y Castilla y León. «Este año ha constituido, hasta ahora, un camino de gloria», en referencia a las actividades realizadas y los resultados satisfactorios, explicaba Enrique Caride Iglesias, coordinador de la Fundación que ostenta el nombre de este intelectual y creyente gallego.

Las jornadas se iniciaron el sábado, con una eucaristía, celebrada en memoria de Trelles y Noguerol (Viveiro, Lugo, 1819-Zamora, 1891), y la posterior ofrenda floral en la tumba del lucense. Posteriormente, acudieron a la presentación del libro "Luis de Trelles, un laico testimonio de la fe" (integra la primera parte de la Positio, que es la prueba de las virtudes, admitida por la Congregación de las Causas de los Santos del Vaticano, y ha sido publicada por el CEU), de Francisco Puy Muñoz. Este acto dio paso a la reunión del Patronato de la Fundación.

La fe es obra. Obras. O, si no, parece poca cosa. La fe es, para el creyente, cuestión de meditaciones y de acciones. Luis de Trelles aunó las dos. La adoración y la palabra.