No habían dado las diez de la mañana cuando la comitiva de La Hiniesta bajaba por la Cuesta de La Morana y se encontraba, justo enfrente de la iglesia de San Lázaro, con los cofrades de La Concha, que había salido a las diez menos cuarto del templo de San Vicente. El grupo capitalino era bastante más numeroso, encabezado por un pendón granate con el escudo de Zamora y la leyenda Nuestra Señora de la Concha y en el que se integraban, entre otros, la alcaldesa, Rosa Valdeón y el presidente de la hermandad, Conrado Eguaras, junto con un nutrido grupo de hermanos con medallas al cuello y algunos, con sus varas de mayordomía. Justo al mismo tiempo (este año la cosa ha ido como si estuviera sincronizada) llegaban los de La Hiniesta, con su pendón de franjas azuladas y moradas y su alcalde, Eugenio Gregorio Prieto, al frente. Los del pueblo traían también la cruz guía y un Cristo, ya que la fecha es de rogativa (de San Marcos), es decir, de petición de lluvias para los campos de secano, que falta tienen de un poco de agua (el cielo se cubrió pero no acabó de caer la famosa lluvia de abril).

El intercambio de bastones entre Valdeón y Gregorio repitió un ritual mantenido durante más de 700 años. La alcaldesa se quedó con el bastón "antiguo", que es el que este año ha traído La Hiniesta (tienen dos en el Ayuntamiento, uno más moderno y el que ayer trajeron a Zamora), mientras escuchaba la invitación del pueblo a los vecinos de la capital para que acudan el 1 de junio en la tradicional romería que lleva el volandas la Virgen de la Concha a visitar a su vecina de La Hiniesta rememorando lo ocurrido en 1291, cuando se produjo el primer acompañamiento, para acomodar a la inquilina del refugio provisional en la capital a su morada definitiva en el destacado templo de la cercana localidad. Fue precisamente al año siguiente cuando los vecinos de La Hiniesta se llegaron hasta Zamora por San Marcos para invitar a repetir una romería que ha pasado por sus años malos (hay hermanos que aún recuerdan traslados con apenas dos docenas de caminantes) pero que ahora es una de las más populares y multitudinarias, ayudada por la declaración de jornada festiva en la capital.

Entre los romeros no cabe ninguna duda de que aunque desapareciera el acto formal de invitación, la comitiva de Zamora se presentaría en La Hiniesta con su virgen de todas formas.

Reunidos todos y cumplimentado el saludo de los pendones (el azul-morado lo manejaba José Carlos Herrera y el de la capital Luis del Río, ambos con buen criterio y sentido estético), se formó la procesión hacia San Vicente, animada por las piezas que interpretaban los grupos de dulzaineros y tamborileros que acompañaban a las dos comitivas, con alegres tonadas romeras que hicieron más liviano el caminar del corto trecho a los dos centenares de personas participantes en la cita.

Tras la misa en San Vicente, de regreso a San Lázaro se entonó la salve para despedir a la comitiva de La Hiniesta. Este año la romería se celebrará con pocas novedades. Unicamente Eguaras destacó que ya se ha vallado la pradera, gracias a un donante anónimo, y falta equiparla con algunos bancos y mesas para hacer confortable la estancia de los hermanos. Todo se andará (a lo mejor con otro donante anónimo). El alcalde de La Hiniesta, Eugenio Gregorio Prieto, recordó que su pueblo acoge a todo el mundo con los brazos abiertos, aunque las fiestas este año reducirán el presupuesto y se han tenido que eliminar algunas actividades. La alcaldesa zamorana, Rosa Valdeón, por su parte, destacó la importancia de actos como el de ayer para reforzar las relaciones de buena vecindad que la capital tiene con sus pueblos vecinos, cuyos habitantes comparten servicios e infraestructuras.

Todo, pues preparado para el 1 de junio, el Lunes de Pentecostés, para la tradicional romería.