«Es su cuarto desahucio». En esta ocasión, tras «siete meses sin pagar el alquiler» de la vivienda que ocupaba, alrededor de 270 euros mensuales, «ni los gastos de luz, agua...», explica el propietario de la casa -situada en el número uno de la calle Primero de Mayo, en el barrio de San José Obrero-, Carlos Calvo, que ha tratado por todos los medios de llegar a un acuerdo con el moroso, José Mateos Mariscal, al margen de los tribunales. Pero sin éxito.

Ayer le desalojó la Policía Municipal por orden judicial junto a su esposa y sus dos hijos menores de edad. Tres días antes había recorrido los medios de comunicación locales y avisado a una cadena de televisión privada de ámbito nacional para anunciar que se encadenaría a la puerta del edificio, de planta baja y un piso, porque no podía pagar el alquiler.

«Le hemos dado incluso un par de días más para ver si podía pagar», ya que el desalojo se iba a producir el lunes, no sin insistentes reclamaciones de sus arrendatarios. Y tras celebrarse el juicio, «en el que insultó a la jueza, a los funcionarios, a nosotros, al abogado...», agrega Calvo, quien lamenta haberse fiado de alguien que «nos alquiló el piso ya con engaños, a la inmobiliaria y a nosotros: Nos dijo que venía de fuera y que necesitaba ocupar el piso con urgencia».

Después supieron que en realidad Mateos Mariscal «venía de otro embargo». Y conocieron la cara menos amable de un ciudadano que acumula pleitos por impagos, confirmaron fuentes judiciales. Parece que es todo un experto en vivir sin abrir la cartera. «Sólo abonó la fianza y la primera mensualidad del alquiler», añade el dueño del piso. Y desapareció, «no cogía el teléfono y nos ha ignorado», prosigue el casero. «Lo que quiere es vivir gratis porque no ha hecho ningún esfuerzo por pagar, no ha tratado de solucionar nada».

Mateos Mariscal es de sobra conocido en la Oficina de Embargos de los juzgados de la capital: Hace ya años que se enfrentó a sus primeros problemas de solvencia. Los funcionarios de este servicio judicial, acompañados por cuatro policías locales, fueron los primeros que ayer se aproximaron a la puerta de su casa para solicitarle que abandonara el inmueble. Apenas se asomó por la ventana y mantuvo una breve conversación que no sirvió para que depusiera su actitud. Eran las 9.30 horas y hasta las 11.00 no dejó la casa. La mediación del Mayor Jefe de la Policía Local tampoco sirvió de nada. Fue preciso avisar a un cerrajero para abrir la puerta e instarle a salir. Finalmente, fue desalojado por la Policía no sin asegurarse un circo mediático, en medio de un buen número de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión (incluso llegados de una cadena de Madrid, con quienes afirmó tener una exclusiva), convocados por el desahuciado con días de antelación.

No se encadenó. Por contra, subió a su flamante Seat Córdoba, en el que fueron entrando sus dos hijos pequeños y su esposa, y se fue. Eso sí, antes habló con los medios, especialmente para el periodista y los dos cámaras de la cadena de televisión de Madrid, únicos a los que permitió acceder al interior de su casa para grabar y relatar sus problemas económicos. Mientras, los medios locales estaban en la calle, esperando a que decidiera salir y realizar declaraciones. Luego, arrancó su vehículo y se fue a otra casa, dijo. Como una auténtica estrella de cine.