«Era hora de intervenir», pensó el mando. Se escuchó un grito: «¡Alto a la Guardia Civil!». Y era, también, una «voz segura y enérgica», acostumbrada a dar órdenes. La intimidación no surtió efecto, pues los ladrones respondieron con «varios disparos

de arma de fuego». Y los guardias -uno de ellos dirigió la luz de su «linterna sorda» hacia los intrusos- decidieron gastar la munición de sus fusiles. «Uno de los ladrones dio un grito horrible y se arrojó en un rincón del local. Una bala le había destrozado un brazo». Guardias y policías abandonaban sus puestos de vigilancia y cooperaron a las detenciones, pues apretaban el gatillo, con el punto de mira puesto en «los que a todo trance querían huir». Un segundo delincuente, que también intentaba escapar, recibió varios balazos a quemarropa. Y otro «se vio perdido y ser arrojó al foso del Castillo, del que fue extraído lleno de erosiones». Los restantes, visto lo visto, «optaron por rendirse»: manos arriba y negocio que se venía abajo... Procedían de Oviedo, Simancas, Ciudad Rodrigo, La Zarza (Valladolid), Cantimpalo (Segovia) y Zamora. El de más edad contaba 48 años. El menor había cumplido 25. El Cuerpo de Serenos prestó «una importante colaboración en la captura de los ladrones». A cada uno lo suyo.

El cronista explica que «los tiros cruzados entre la Benemérita y los ladrones pasaron de treinta». Y, en un tono tenebrista, se apunta: «hay varios agujeros en las paredes de la Depositaría, que delatan el drama desarrollado en su interior en medio de la oscuridad de la noche».

El registro, en el cuartel de la Guardia Civil, ubicado en la calle de San Torcuato, fue minucioso. La Benemérita «halló en poder» de los delincuentes gran cantidad de «efectos». Dinero: en duros, en calderilla y en billetes. Y, con eso, relojes, cédulas, kilométricos, guías de animales, petacas, licencias de caza, tijeras, navajas, cuchillos «de grandes dimensiones», balas, formones, cabos de vela y cerillas, palanquetas, pistolas, revólveres... Y «una reliquia con restos de varios santos y santas, entre los que se leen: San Raimundo, San Pascual, San Vicente, Santa Cecilia, Santa Rufina y 5 ó 6 más». Se supone que eran gentes, a pesar de todo, de buena fe, que también es cosa de obras, aunque practicasen

poco la piedad.

Los heridos fueron atendidos en el Hospital de la Encarnación por el doctor Crespo y Carro. Uno, de 25 años, sufrió de inmediato la amputación del brazo izquierdo. Otro recibió un balazo en el brazo derecho, y ya se adelantaba que «le privará seguramente del indicado miembro». Cierto. El diagnóstico no falló. Tenía heridas, asimismo, en los muslos. Su estado era calificado como grave? Y el redactor, en plan moralista, apostillaba: «De la hazaña de anoche tendrán, estos sujetos, recuerdo para toda la vida». El primero sostenía, días más tarde, que no «oyó voz de alto hasta después de que sonaran los primeros tiros» de la Guardia Civil. Su palabra, sin embargo, no merecía el mismo crédito que la versión uniformada de los disciplinados seguidores de aquel Duque de Ahumada.

La autoridad practicó dos nuevas detenciones, «a las que se concede no escasa importancia», en la jornada posterior: el "Portugués", vecino del arrabal de San Lázaro, al que «sus antecedentes no le abonan», que pudo ser el autor de la iniciativa y fue el confidente policial, y el «hijo

del Campanero» que, en realidad, era yerno de quien había desempeñado esa función durante largos años. El careo entre uno

y otro -«largo, importante y agrio»- facilitó la labor del Juzgado. Este, tal se creía, «sacó la impresión» de que el segundo «no miente» y que «la culpa de todo lo ocurrido es obra de la diabólica cabeza del "Portugués"». Y más declaraciones, y más careos... El sumario judicial incluyó a ocho procesados. Y la ciudadanía-feligresía se hacía cruces. "Ya no hay seguridad, ni orden, ni respeto". Todo cambia... y nada cambia.

Pérdidas del patrimonio

El patrimonio cultural de la diócesis de Zamora ha sufrido graves pérdidas a lo largo del tiempo: por incuria, por necesidad económica... y por robo. Varios museos y archivos, nacionales e internacionales, atesoran piezas creadas para esta tierra.

El expolio del Archivo Histórico Diocesano fue el último de gran importancia. Se detectó en el otoño de 1996. El responsable del centro cultural en aquel momento admitió la sustracción y la posterior venta de 468 volúmenes. Se recuperaron muchos libros, pero no la totalidad.

El Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo" ha catalogado 42 obras de arte de notable relevancia que han sido vendidas «por necesidad» y se hallan expuestas fuera de Zamora, en museos o instituciones civiles, nacionales o extranjeros. El Marés, de Barcelona, con 15 obras, figura en primer lugar. Y tampoco es pequeña la cifra del Arqueológico Nacional: 13 piezas. Entre ellas, el denominado "Bote de Zamora", tallado en marfil, con alguna guarnición de plata. Es obra de un artista cordobés, y se fecha en el año 964.

El Museo del Prado posee "El Descendimiento", tabla del siglo XVI que perteneció al convento de San Jerónimo. Tras la Desamortización, la pintura estuvo colgada en el instituto "Claudio Moyano". Desde 1902, se encuentra en la pinacoteca nacional.

Si se sale al extranjero, "La coronación de la Virgen, San Gabriel, San Leonardo y un león sobre dragón", en piedra policromada, que se conserva en el Museo de los Claustros (Metropolitano) de Nueva York. Se data en torno al año 1200.

Hace nada, en junio del pasado año, Zamora perdió el "Cristo en Majestad" (Maiestas Domini), de fines del siglo XII o principios del XIII, hecho en un taller de Limoges, y que pudo pertenecer -es el criterio de muchos expertos- al altar medieval de la Catedral. Tras su subasta, emigró a Francia.

El retablo de Fernando Gallego, que perteneció a la Catedral zamorana y que ésta vendió a la parroquia de Arcenillas, ha sufrido diversas pérdidas. Algunas tablas están localizadas. Sin embargo, las desaparecidas en el último robo...

...Y el "Beato de Gerona", que es, en realidad, el Beato de Tábara. Fue copiado y miniado en el monasterio dúplice tabarense. Sobre el papel, no parece fácil la reclamación.