El seguimiento arqueológico que lleva aparejado las obras de Santa Clara incluye la realización de excavaciones en Santiago del Burgo y sondeos en la plaza del Maestro Haedo. En esta última, aprovechando las zanjas que se abran para introducir las conducciones de abastecimiento y saneamiento, se realizarán las prospecciones precisas para intentar localizar los restos de la desaparecida iglesia medieval de San Gil, que en su día dio nombre a dicho espacio. La documentación existente acredita la existencia de San Gil como parroquia ya en el año de 1540. Era sede de las cofradías de Minerva y de los Caballeros de San Juan de Acre, que luego pasó a depender de San Vicente. La orden de Acre llegó incluso a disponer de un hospital en torno al año 1670.

Sin embargo, no se disponen de datos sobre la ubicación exacta del templo, según manifestó la arqueóloga territorial de la Junta de Castilla y León, Hortensia Larrén, por lo que los trabajos iniciados en la zona centro serán una portunidad única para documentar los restos que pudieran existir.

La de San Gil es una de las "pistas" arqueológicas a seguir durante la remodelación de la zona centro, donde ya se ha producido el primer "redescubrimiento", el del antiguo convento de Santa Marina, fundado en el siglo XV y reedificado en el XVIII, cuya iglesia fuera sede del Museo de Bellas Artes a partir de 1911 y que fue derribado en 1975, cuyos cimientos han salido a la luz al excavar en la plaza de Castilla y León. Los arqueólogos prosiguen ahora la excavación para dejar la planta de las antiguas Marinas al descubierto, que será luego trasladada al plano.

En el subsuelo del área en obras también se buscarán los cimientos de la antigua puerta de Santa Clara, situada al final de la calle, ya en la desembocadura de La Farola. El monumental arco en que culminaba la calle, también conocido como de San Miguel, fue derribado en 1883, perdida ya la condición de "plaza fuerte" de la ciudad, cuyas autoridades decidieron la demolición de ésta y otras zonas de la muralla como supuestas medidas de salubridad para facilitar la ventilación de la zona antigua de la ciudad. El proyecto de reurbanización prevé dejar constancia de la existencia del arco, cuya huella será diferenciada en el pavimento. Junto a la puerta existía también un antiguo convento de clarisas, igualmente víctima de la piqueta a comienzos de los años 50.

Existen noticia de otros conventos en la misma zona: en la plaza de Fernández Duro, los franciscanos comenzaron a levantar en 1824 un monasterio al haber resultado destruido el suyo durante la ocupación francesa. Pocos años después fue desamortizado y sustituidas unas escuelas públicas conocidas por ello como de los Descalzos. Las dominicas tenían a su cargo el convento de Nuestra Señora de la Victoria, fundado en el siglo XVI junto a la iglesia de Santiago del Burgo y que fue vendido en 1837 para trasladarse las religiosas a San Pablo, según recoge el historiador Juan Andrés Casquero. En la plaza de Santiago se excavará para encontrar, con seguridad, la necrópolis asociada a la iglesia del Burgo.

Frente al templo se construyó también la construcción de la Cárcel del Partido. En la esquina de la actual plaza de la Constitución y Santa Clara se levantó también la casa del vizconde de Garcigrande, frente a la antigua casa de los Marqueses de Cardeñosa, que aún subsiste. En Sagasta se levantó, en su día, otra de las casas señoriales de la ciudad, la del mayorazgo de Mazariegos, derribada en 1881 para abrir la calle de Viriato, según recoge Casquero.

Un recorrido por la historia, la economía y la arquitectura locales

Santa Clara adquirió categoría de calle principal ya bien entrado el siglo XX, aunque se constituyó como calle durante la ampliación de la ciudad durante el siglo XII. Originalmente, era una prolongación de la Rúa, uno de los viales radiales que partían de la Puerta Nueva, en la Plaza Mayor hacia las nuevas iglesias construidas: San Miguel, San Pablo o San Torcuato. Su extremo final, durante la Edad Media, fue conocido como San Miguel del Burgo, el edificio más singular de su entorno arruinado en torno a 1600. A finales del XVI, en ese mismo solar, se establecieron las monjas clarisas que acabaron por dar el nombre a la vía. Posee una quincena de edificios catalogados por el Plan General de Ordenación Urbana que son testigos de la historia de la ciudad, de las épocas de esplendor y de decadencia. En consecuencia, también reflejan las tendencias arquitectónicas de cada época, aunque a veces con retraso con respecto a las grandes ciudades europeas.

Los procesos de remodelación arquitectónica y urbanística de la zona

han tenido, a menudo, un impacto negativo para la calle, que, sin embargo, ha sabido mantener su estatus como arteria comercial por excelencia de la ciudad. Santa Clara y sus zonas aledañas concentran el 43,6% de los establecimientos comerciales del casco antiguo y el 58% del empleo en la Zamora histórica, según datos del Plan de Urbanismo.

La presencia de organismos públicos de las diferentes administraciones (Ayuntamiento, Subdelegación del Gobierno, Hacienda o Correos) hace que también acoja al 65% de los empleos públicos existentes en la ciudad. Por todas estas condiciones, también ha sido el eje preferido de las entidades bancarias.