Verónica, Alba y Alicia cumplirán en noviembre seis años. Son trillizas, nacidas de uno de los tres partos múltiples de este tipo registrados en Zamora en los últimos años y que son cada vez más frecuentes. El aumento de los partos múltiples se debe a la cada vez mayor utilización de las técnicas de fertilización artificial entre las parejas con dificultades para tener hijos, aunque no es el caso de Manolo de Luz y Carmen Miguel, progenitores de las trillizas.

El jefe de servicio de Ginecología del hospital Virgen de la Concha, José Luis Castaño Almendral explica que la regla habitual es que nazcan gemelos una vez cada 90 partos, trillizos en una ocasión cada 8.100 (noventa al cuadrado) y cuatrillizos cada 729.000 (noventa elevado al cubo). Evidentemente, la regla no funciona ahora debido a las técnicas de fertilización, que suelen implantar varios embriones para asegurar el embarazo, ya que es frecuente que falle alguno.

Los datos facilitados por Carlos Ochoa desde la Unidad de Investigación, obtenidos de la base de datos de Pediatría de la última década (desde principios de 1993 a finales de 2003) corroboran el incremento de los partos múltiples en los últimos años. Así, en el periodo 93-97 se registraron 58 partos múltiples, mientras que en el siguiente sexenio aumentaron a 85, con tres partos a término de trillizos, circunstancia también novedosa respecto a los años anteriores, cuando no se dio ni uno solo de estos supuestos de nacimiento triple.

Los partos múltiples tienen muchos inconvenientes, y de hecho los tocólogos los consideran de riesgo, por lo que aumentan los controles durante la gestación, asegura Castaño Almendral. Carmen Miguel sabe bien lo que es estar embarazada de trillizos. Lo que en principio era un embarazo normal se fue "transformando", sucesivamente, en uno de gemelos y finalmente el de las trillizas, ahora convertidas en unas preciosas niñas casi imposibles del distinguir para alguien que las vea por primera vez. «Para nosotros la noticia fue un gran susto, se nos cayó el cielo encima, pero en ningún momento nos planteamos interrumpir el embarazo. Teníamos claro que seguiríamos para adelante, aunque no sabíamos ni dónde las íbamos a meter en la casa».

La gestación resultó muy complicada «y tuve que estar en reposo todo el tiempo», hasta que nacieron, a las 28 semanas. Durante tres meses las pequeñas vivieron en las incubadoras del hospital de Salamanca. A las nueve de la mañana Carmen viajaba a la vecina ciudad para dar el pecho a las niñas, que poco a poco fueron llegando a casa: primero Verónica, luego Alba y la última Alicia, hacia el mes de febrero. La crianza no resultó fácil en los primeros tiempos para los atareados padres, a quienes se les juntaban las tomas y se les acumulaban los pañales y biberones.

La falta casi total de ayudas institucionales es una de las críticas de Carmen, que solo recibe el apoyo de los abuelos y del altruista Luis Carbajo, benefactor desinteresado de las pequeñas. Eso si, Verónica, Alba y Alicia, aunque iguales físicamente tienen, cada una su propio y diferenciado carácter.