La Opinión de Zamora

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lorenzo salamanca | Zamorano que ha sufrido un accidente cerebro vascular
Día Mundial del Ictus Lorenzo Salamanca Zamorano que ha sufrido un accidente cerebro vascular

Lorenzo Salamanca, tras sufrir un ictus: “He visto el precipicio; ahora me tomo la vida más tranquila”

“Después de un ictus pueden quedar secuelas motrices y de otros muchos tipos; en mi caso son las crisis de epilepsia generalizadas”

Lorenzo Salamanca, un zamorano que sufrió un ictus. ANA BURRIEZA

“He visto el precipicio. Cuando entré a quirófano, en plena Navidad, las posibilidades de salir con vida eran muy escasas. Hay gente que dice que fue un milagro, mi hijo me dice: “mira papá tuviste muy buenos profesionales y una pizca de suerte”. Lorenzo Salamanca, que fue cura, exdirector de Proyecto Hombre, coordinador del Centro de Apoyo al Menor y de la cárcel de Cáritas y ahora empleado en el CEAS de San José Obrero, es uno de los zamoranos que ha sobrevivido a un ictus, enfermedad que este sábado celebra su Día Mundial.

–Contó en un libro, “Escalada al cielo” se experiencia con el ictus, y está agotada la edición.

– El título no es tanto en sentido teológico, sino escalada como superación y cielo como el lugar donde proyectamos nuestros sueños que al final es lo que nos mueve. Escogía facetas de mi vida y analizaba el sentido de la palabra además de extraer aprendizajes para personas como yo, que habían tenido un ictus. Por ejemplo fui cura, y una de las frases es que secularizarse no es un fracaso. Lo publicó en una edición no venal la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Zamora, con 400 ejemplares que están agotados.

–¿Por qué pudo sobrevenirle el ictus?

–No fumaba, no bebía y tampoco tenía una vida sedentaria, pero siempre he sido una persona hiperactiva, me he movido en el ámbar del semáforo, con mucho estrés, tenía muy normalizado vivir así. Ese día tuve una subida de tensión y a mayores debía tener el colesterol alto.

–¿Cómo ocurrió el episodio?

–El 18 de diciembre de 2019 salía de Salamanca experimenté un dolor muy fuerte en la cabeza y tuve mucha dificultad para ver. Estaba en el coche, salía de la gasolinera enfrente de Carrefour; mientras pude llame a 112, primero apareció un guardia civil y enseguida la ambulancia. Te hacen el escáner ese que te ponen en el pecho rápido y lo siguiente que recuerdo es entrar en el hospital de Salamanca en una silla de ruedas y oír eso de código ictus. Después te empiezan a poner vías y no recuerdo ya casi nada. El 25 de diciembre, el día de Navidad perdí la conciencia, empecé a convulsionar y ya planificaron operación urgente para el día siguiente.

–Se le había roto una arteria.

–Ictus hay de dos tipos: isquémico, cuando se provoca por la obstrucción de una arteria, es un coágulo que tapona una arteria e impide que llegue el riego sanguíneo. Lo suelen tratar con medicación no llega riego a cierta zona. El otro es hemorrágico, lo llaman también ACV, accidente cerebro vascular, en este caso es que la arteria se rompe. De cada diez ictus siete son isquémicos y diez hemorrágicos, que son los más graves, implica pasar por quirófano. Yo tuve este último.

–¿Le quedaron secuelas?

–Me tuvieron que operar, tengo una C en mi cráneo, estuve un mes en recuperación y otro mes en planta. El ictus puede dejar secuelas a nivel motriz, trastornos del lenguaje, trastornos visuales o alteraciones del estado de ánimo. Empecé la rehabilitación en el hospital con un andador. Pero es impresionante como reacciona el cuerpo, como va asimilando la rehabilitación. Del andador conseguí andar con un bastón, salía siempre acompañado y un día pude dejarlo. Tampoco podía cerrar un mano y poco a poco lo he conseguido. En la recuperación el descanso es fundamental, es como la batería de un coche, yo por la noche tengo que dormir nueve horas y por la tarde echarme hora y media de siesta, cuando no me había echado la siesta nunca. Cuando estoy cansado, el cerebro se dispara y puedo, por ejemplo, equivocar nombres.

–¿Entonces, se ha recuperado del todo?

–Me quedó la epilepsia, como secuela importante, las crisis generalizadas, en las que convulsiona todo el cuerpo. Son peligrosas, porque puedes quedarte en una de ellas, y muy alarmantes para el que está a tu lado. He tenido nueve crisis y la última medicación que tomo desde hace un año parece que está funcionando. Llevo encima también una jeringa para poder pincharme en los cuatro segundos previos a una crisis, en los que todavía tienes consciencia, y evitar el episodio.

–¿Sigue trabajando?

–Mi trabajo es mi modo de vida. Tuve un alta, estuve seis meses trabajando llegué a recuperar el ritmo normal, de 8 de la mañana a tres de la tarde. Pero volví a tener crisis, coger baja, me incorporé por segunda vez pero ya de una manera más progresiva, de 9 a 2: no creo que llegue a coger de nuevo el ritmo de 8 a 3.

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