La orden judicial que le prohibía acercarse a sus vecinos acusado de haberlos amenazado no surtió efecto. El zamorano, residente en Santa Cristina de la Polvorosa, debió pensar que asomarse a una ventana de la casa de sus conocidos para hacerles gestos al otro lado del cristal no tendría ninguna consecuencia.

Pero volvió a tropezar con la justicia, que le acaba de condenar al pago de 1.260 euros por los delitos de quebrantamiento de condena y de acoso.

El imputado, de iniciales J.G.M., tampoco podrá aproximarse ni comunicarse por ningún medio con los denunciantes durante un año, de acuerdo con la sentencia impuesta por el Juzgado de lo Penal que celebró este lunes el juicio, tras admitir el delito el acusado y conformarse con las penas que le pedía la Fiscalía Provincial.

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La condena por acoso se explica porque la conducta de este imputado ha alterado la vida, la rutina diaria, de quién le denunció por amenazas y de la familia de este, de acuerdo con la sentencia. Estas personas, según indicaba la fiscal, tuvieron que alterar sus costumbres para no encontrarse por el pueblo con el vecino que amenazó a uno de los componentes de la familia.

La orden de alejamiento que incumplió el procesado tenía por objeto que no se pudiera acercar a la casa de esos personas, ni dirigirse a ellas.